El líder conservador, David Cameron, trata de lograr un difícil acuerdo con los liberaldemócratas, a los que ha ignorado desde su llegada al Parlamento de Westminster. La adopción de un sistema proporcional de voto no forma parte en absoluto del programa de los tories. Los conservadores rechazan una fórmula habitual en otros muchos países europeos ya que, desde su punto de vista, debilita a gobiernos y fragmenta a la oposición.

Las diferencias sobre el nivel de integración del Reino Unido en la Unión Europea y la disputa sobre la amnistía a una parte de los inmigrantes sin papeles --propugnada por Nick Clegg y calificada de "coladero" por David Cameron-- son también una barrera para cualquier acuerdo entre ambas formaciones.

La solución más factible con los liberales sería alcanzar una alianza sobre algunos temas puntuales, en los que existan puntos de vista comunes. Construir una auténtica coalición de Gobierno sería una tarea larga y probablemente imposible. La base de los liberaldemócratas llevaría mal ese acercamiento con los tories. El sistema muy democrático de toma de decisiones en el Partido Liberal Demócrata tiene atado de manos a Nick Clegg, pero igual de atadas tiene también las manos Cameron.

El dirigente de los tories puede contar, en cambio, con los ocho votos de los unionistas de Irlanda del Norte. Hasta allí viajó esta semana Cameron con el objetivo de cerrar un acuerdo que seguramente se compensará con algún tipo de ayuda económica.