La creciente audacia que muestran en los últimos meses los insurgentes talibanes de Afganistán en sus atentados y demás acciones armadas no parece tener límites. Asaltantes y suicidas protagonizaron ayer un intrépido ataque coordinado contra varios puntos de la ciudad de Kabul, justamente en el momento en que el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, tomaba juramento a los miembros de su Gabinete en el interior del ultrafortificado palacio presidencial.

Varias horas después, cuando los tiroteos todavía continuaban, Karzai proclamó que la situación estaba bajo control y que el ataque, que dejó tras de sí a una docena de muertos, incluyendo a talibanes, soldados y civiles, había llegado a su fin.

Aparentemente, los insurgentes fracasaron en su intento de hacerse con algunos edificios oficiales, pero demostraron su capacidad de crear confusión en un momento en el que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, intenta convencer al país sobre la conveniencia de un aumento de las tropas.

Los habitantes de Kabul tomaron conciencia de que algo grave estaba sucediendo cuando comenzaron a oír el repiqueteo de las armas y las explosiones, mientras una columna de humo se elevaba hacia el cielo desde un centro comercial atacado.

DIFERENTES VERSIONES Según apuntó un portavoz del Ministerio de Defensa, una decena de atacantes resultaron muertos, aunque otras fuentes, entre ellas el Ministerio de Salud, hablaron de cinco fallecidos, uno de los cuales era un niño y el resto, agentes de seguridad.

El portavoz talibán Zabiulá Muyahid, por su parte, dijo que la acción había sido llevada a cabo por una veintena de militantes. El enviado especial estadounidense para Afganistán, Richard Hoolbroke, afirmó que el ataque era obra de "desesperados".