Justo una semana después de lanzar su primer ataque contra el gobierno de Siria, Donald Trump ha vuelto a sacar ayer músculo militar. Estados Unidos lanzó en Afganistán una GBU-43/B, conocida coloquialmente como «la madre de todas las bombas», para atacar objetivos del Estado Islámico. Se trata de la primera vez en que EEUU usa en una operación militar este arma, que se desarrolló durante la guerra de Irak y que es la mayor bomba no nuclear en su arsenal empleada nunca en combate.

«Tenemos el mejor ejército del mundo y han hecho su trabajo como de costumbre», manifestó el presidente estadounidense en unas declaraciones a la prensa. Trump no quiso entrar en el análisis generalizado de que la operación lanza un claro mensaje de su disposición a usar la fuerza a rivales como Corea del Norte (o Irán), diciendo que «si manda mensaje o no no hay diferencia». Lo que sí hizo es volver a subrayar con sus declaraciones una renovada doctrina militarista que le aleja de la filosofía no intervencionista que defendió durante la campaña.

«Lo que yo hago es dar autorización a mi ejército», dijo Trump. «Les hemos dado autorización total y por eso francamente han tenido tanto éxito últimamente». «Si se mira a lo que ha pasado en las últimas ocho semanas y se compara con lo que pasó en los últimos ocho años se ve una tremenda diferencia», declaró también, aprovechando para criticar, sin detalles concretos, a la Administración de su predecesor, Barack Obama.

8,4 toneladas de explosivos / El Mando Central confirmó el uso en la provincia de Nangarhar, en el este de Afganistán, de la masiva bomba, que pesa 9,5 toneladas, de las cuales 8,4 son explosivos de alta potencia en su cono armado.

Y el general del Ejército de Tierra John Nicholson, al mando de las fuerzas estadounidenses desplegadas en territorio de Afganistán, defendió que se trata de «la munición adecuada». «Conforme el Estado Islámico en Khorosan ha ido acumulando derrotas, está usando explosivos improvisados, búnkeres y túneles para reforzar su defensa», declaró en un comunicado. «Esta es la munición adecuada para reducir estos obstáculos y mantener el impulso de nuestra ofensiva contra EI-K», como se denomina a ese grupo local afiliado a la organización terrorista.

El sábado pasado un soldado de las fuerzas especiales de EEUU murió en Nangarhar en el curso de una operación antiterrorista. Fue la primera muerte en combate en el 2017 de un estadounidense en Afganistán, donde hay desplegados cerca de 8.400 militares estadounidenses, que participan en solitario o con tropas afganas en algunas operaciones. Esas misiones antiterroristas son independientes del trabajo en la coalición liderada por la OTAN que entrena, asesora y asiste a fuerzas militares y policiales de Afganistán.

UNA BOMBA AÚN MAYOR / «La madre de todas las bombas» se lanzó desde un avión MC-130 operado por el Mando de Operaciones Especiales de las Fuerzas Aéreas y ahora se está estudiando el daño provocado en la operación, donde EEUU asegura que se tomaron «todas las precauciones para evitar víctimas civiles».

La bomba está diseñada para destruir objetivos subterráneos pero no es específicamente un arma de penetración profunda, pues detona antes de alcanzar el suelo. EEUU tiene en su arsenal convencional otra bomba de mayor capacidad para esas misiones subterráneas, la GBU-57, pero hasta ahora no se ha usado nunca en guerra.