El reverendo Samuel Billy Kyles (Shelby, Misisipí, 1934) es un activista histórico del Movimiento por los Derechos Civiles y una de las voces más respetadas de la lucha por la igualdad en Estados Unidos.

En 1959 se trasladó a Menfis para hacerse cargo de la Iglesia baptista de la ciudad y allí se enfrentó por primera vez a la realidad del sur, marcada por el odio y la discriminación racial. "No podías hacer las mismas cosas que la gente blanca, como ir al cine, comer en restaurantes o coger el autobús", recuerda con indignación. En aquellos días todo estaba segregado con la intención de deshumanizar a la gente negra y apartarla de la vida pública.

Esta situación llegó a su punto crítico en febrero de 1968, cuando los basureros de Menfis, principalmente afroamericanos, iniciaron una huelga para protestar por los bajos salarios y las condiciones de trabajo infrahumanas a las que estaban sometidos. "Aquello fue extraordinario porque, pese a su condición social, eran conscientes de que los estaban pisoteando y plantaron cara a la policía, que entonces era muy violenta con la gente negra".

El reverendo Kyles tomó la iniciativa y logró que toda la comunidad se solidarizara con la protesta, aunque las autoridades se mostraron indiferentes. Entonces recurrió a Martin Luther King, que no dudó en viajar a Menfis para encabezar una marcha pacífica en apoyo a la causa. "El nos dijo que debíamos soñar a lo grande y creer en nuestras ideas", recuerda emocionado el reverendo, y eso les animó a seguir.

La marcha se celebró a finales de marzo, pero acabó con altercados violentos y Martin Luther King resultó herido. Más tarde se supo que alguien había pagado a varios grupos de jóvenes para que boicotearan la manifestación. El reverendo Kyles no tiene dudas al respecto: "Cierta gente con poder no quería que Martin encabezara nunca más una marcha pacífica".

Pero, lejos de resignarse, el doctor King decidió volver a Menfis para demostrar que se podían cambiar las cosas sin recurrir a la violencia. El 3 de abril, en medio de una gran tormenta, se celebró un mitin multitudinario en la iglesia de Mason y pronunció su famoso discurso He estado en la cima de la montaña, que fue ovacionado. "Nunca imaginamos que aquel sería su último discurso, pero creo que él sabía que el tiempo se le acababa, porque recordó varios momentos de su vida e hizo muchas alusiones a la muerte".

Al día siguiente estaba previsto que Martin Luther King y Ralph Abernathy, su mano derecha, fueran a cenar a casa del reverendo Kyles. Pero hubo una confusión con la hora y, cuando este fue a recogerlos al Lorraine Motel, donde se hospedaban, ellos aún no estaban preparados. "El nunca tenía prisa, así que me senté en la habitación y tuve el privilegio de pasar con él la última hora de su vida".

A lo largo de los años, mucha gente le ha preguntado qué hicieron tres predicadores en una habitación en vísperas de una marcha. El reverendo Kyles esboza una sonrisa y no parece molestarle recordar aquel momento: "La gente no conocía la otra cara de Martin, la del que disfrutaba con la música y contando chistes. Nos dijo: ´No os fiéis nunca de un predicador que no sepa contar un buen chiste, porque seguramente tampoco sabrá predicar´".

EL DISPARO Hacia las seis de la tarde salieron al balcón del motel. Martin Luther King se acercó a la barandilla para saludar a Ben Branch, el músico que iba a tocar en la cena, y entonces se escuchó el disparo. El reverendo Kyles se giró de inmediato. "Martin había caído al suelo y tenía un agujero en la parte derecha de la cara. Corrí a la habitación para llamar a una ambulancia, pero la operadora no estaba en la centralita".

Cuando volvió al balcón, alguien había avisado a la policía y trasladaron al doctor Luther King al hospital, donde les comunicaron la trágica noticia. "Nos dijeron: ´Lo hemos perdido´".

Tal día como hoy en el año 1968 no asesinaron solo a un líder emblemático distinguido con el Premio Nobel de la Paz, sino que también murió uno de los grandes soñadores de la historia. Pero, tal y como afirma el reverendo Kyles: "Puede que mataran al soñador, pero nunca podrán arrebatarnos su sueño".