Las estadísticas de muertos en Irak baten récords. Según estimaciones de los ministerios de Interior, Defensa y Sanidad iraquís, la guerra ha acabado con la vida de 1.000 personas solo en la última semana, en tiroteos, combates y atentados con explosivos, lo que da buena cuenta de la tragedia que vive el país árabe. En la jornada de ayer perecieron cerca de 40 iraquís y la policía halló 33 cadáveres con heridas de bala y signos de tortura en Bagdad.

La cifra gubernamental, de la que dio cuenta ayer la CNN, incluye a civiles, insurgentes sunís, milicianos chiís y fuerzas de seguridad iraquís. Mil muertos a la semana es una tercera parte de los soldados estadounidenses caídos en combate desde que estalló la guerra en marzo del 2003. Y supone casi el 6% de los 16.800 civiles que, según Naciones Unidas, murieron en Bagdad a lo largo del año pasado.

Ofensiva en Bagdad Gran parte de las personas muertas durante estos últimos siete días fallecieron en Nayaf, el pasado 28 de enero, y este mismo sábado en la capital iraquí. En la ciudad santa chií perdieron la vida al menos 250 personas en los combates que libraron fuerzas combinadas del Ejército iraquí y de Estados Unidos contra los milicianos de una secta chií, autodenominada Soldados del Cielo. En el brutal atentado suicida del pasado sábado en un mercado del barrio de Sadriyah, perecieron más de 130 civiles y mas de 300 resultaron heridos.

Tanto el Gobierno iraquí como Washington esperan frenar esta carnicería una vez se ponga en marcha la anunciada operación militar en Bagdad, en la que participarán decenas de miles de hombres, la mayoría del Ejército y la policía iraquí, y que tendrá como objetivo limpiar la capital de insurgentes sunís y milicianos chiís. Destacados miembros de la alianza chií, que domina el Gobierno y el Parlamento del país, clamaron ayer para que las nuevas tropas se desplieguen cuanto ante.

El portavoz del Ejército estadounidense en Irak, el general William Caldwell, pido ayer "paciencia", y dijo que era necesario tiempo para coordinar y poner a punto el dispositivo. El militar advirtió, sin embargo, que nadie debe esperar milagros de la ofensiva. "Es importante reconocer que la situación de seguridad no mejorará de la noche a la mañana", dijo. Ante la prensa, Caldwell dio cuenta, además, de las causas de la pérdida en las últimas dos semanas de cuatro helicópteros estadounidenses.

Todos los indicios apuntan a que todos los aparatos fueron derribados por fuego enemigo, lo que significa que la insurgencia ha ganado en capacidad de fuego y en el uso de armamento más sofisticado. Caldwell dijo que el alto mando estadounidense está estudiando "nuevas tácticas" para hacer frente a esta nueva amenaza. El militar no dejó pasar la oportunidad para volver a acusar el régimen de Irán de suministrar armas y de entrenar a los grupos insurgentes que operan en Irak.

Contra Siria e Irán No le hizo falta acusar también a Siria, porque de ello se encargó justo después del atentado del sábado el portavoz del Gobierno iraquí, Ali al Dabbagh, que aseguró que el 50% de los insurgentes entran en Irak desde Siria. "Nuestro país pasa por dolorosos y sangrientos días por la falta de seriedad de Siria en el control de su frontera", afirmó. Damasco negó ayer las acusaciones. Una fuente del régimen sirio dijo que las palabras de Dabbagh "buscan tensar las relaciones" entre los dos países". Bagdad y Damasco restablecieron relaciones diplomáticas el año pasado, tras más de 25 años de haberlas roto.