Brasil parece mirarse de antemano en el espejo mexicano. No solo por la crispada polarización y las predicciones de que la distancia entre uno y otro candidato será mínima también en la segunda vuelta de las elecciones. En caso de triunfar el conservador Geraldo Alckmin, Estados Unidos encontrará, al igual que con el mexicano Felipe Calderón, un inesperado y excepcional aliado que está llamado a equilibrar el peso de los gobiernos "progresistas" en toda la región y un freno a la creciente popularidad del presidente venezolano, Hugo Chávez.