Hasta finales del 2007 no se habían planteado competir juntos. Hasta junio no supieron que viajarían a Pekín. Pero ayer, el leridano Saúl Craviotto, de 25 años, 1,92 de estatura, y el pontevedrés Carlos Pérez, de 29 años y 1,82, aprovecharon la primera oportunidad que se les puso delante para demostrar el talento que atesoran. En la final olímpica del K-2, su segunda prueba internacional, se colgaron el oro olímpico, después de dar el aviso en el Europeo disputado en mayo en Milán, donde fueron subcampeones, superados por la pareja alemana formada por Ronald Rauhe y Tim Wieskotter, a los que ayer derrotaron en Shunyi.

La idea de unir a Craviotto y a Pérez nació de su técnico, Miguel García, que lo propuso a la Federación a finales del pasado año. El objetivo era aprovechar la rapidez de los dos palistas para formar un K-2 competitivo. "Empezamos a entrenarnos juntos en octubre, y al principio íbamos bastante descoordinados. Si me dicen entonces que íbamos a quedar campeones olímpicos, no me lo hubiera creído", reconoce Saúl Craviotto, de 23 años, integrante del Club Sícoris y miembro del Cuerpo Nacional de Policía, igual que su compañero Carlos Pérez, un trabajo que les facilita el Consejo Superior de Deportes y les permite dedicarse al piragüismo.

La elección

Ambos tuvieron además que superar un proceso de selección de la comisión permanente de la Federación Española, ya que otra pareja de K-2, la formada por el palentino Diego Cosgaya y el asturiano Javier Hernanz, también lograron la clasificación olímpica en el Europeo de Milán quedando subcampeones en la prueba del 1.000. "Los nervios que pasé hasta que tomaron la decisión fue uno de los peores momentos de mi vida", reconoció ayer Craviotto, para añadir: "Lo justo habría sido que el otro K-2 hubiera estado aquí, ya que también habría tenido posibilidades de podio".

A Craviotto, que se cayó en el último momento para entrar en los Juegos de Atenas hace cuatro años, lo introdujo en el piragüismo su padre, Manuel, un excampeón de España que ayer estaba en la grada animándole junto a su esposa y la novia del palista. "Con un año, ya lo subía a la piragua", afirmaba Manuel, exultante de felicidad.

La carrera hasta los Juegos, además, ha sido muy complicada para los nuevos campeones olímpicos. "En mayo se disputó el Europeo, que era donde tenían que conseguir la plaza", recordaba ayer Miguel García, "pero después había que mantener el pico de forma para llegar a Pekín sin que se pasaran".

Así que desde el Europeo, Craviotto y Pérez han estado concentrados seis meses, primero en Sevilla y luego en el embalse de Trasona, en Asturias. "Sabíamos que estábamos haciendo buenos tiempos, pero nunca piensas que puedes ser campeón olímpico", reconoció Pérez, de 29 años, Perucho en el piragüismo, el más veterano y, para muchos, el mejor palista de velocidad mundial.