-La musicoterapeuta Livia Estévez protagonizó la semana pasada esta entrevista y le lanzaba la siguiente pregunta: ¿Considera que el cine transforma a la sociedad?

-La transforma porque es un arte que ha sido muy mayoritario durante el siglo XX y en ese sentido, sí, pero como para que el cine cambie la mentalidad de la sociedad, creo que hasta ahí no llega. No lo ha hecho la pintura, no lo ha hecho la escultura, no lo ha hecho ningún arte, tampoco el cine.

-¿Puestos a hablar de actualidad, qué personaje le gustaría encarnar si le ofrecieran rodar una película en torno al conflicto catalán?

-Hostia. Pues hay personajes muy interesantes desde el punto de vista dramático y actoral. Me gustaría ser o un mosso no independentista o un antidisturbios con problemas de conciencia.

-¿Por qué este país está viviendo una situación así?

-Pues porque somos así, porque me parece que llevamos arrastrando estos conflictos desde hace mucho tiempo ya. No es la primera vez que se tienen problemas con Cataluña, no se han solucionado, no se ha cerrado la Transición, se cerró en vacío. Parecía que estaba cerrada y no lo está, tenemos un gobierno corrupto que quieras que no está utilizando a los fiscales y a los jueces para hacer política, al fin y al cabo muchos son nombrados por ellos, y que no es dialogante. Y además, por el otro lado tenemos a unos señores que se están saltando las leyes por el forro de la camisa, que unilateralmente dicen que quieren hacer esto y lo hacen sin contar con la mitad de la población. Y ante esto, el problema que creo que tenemos también es una sociedad que se deja arrastrar por los políticos de una manera muy torpe y para eso hay que tener un pensamiento más crítico. Y por eso seguramente nos vemos abocados a que al final paga el pueblo. Cada uno defiende sus políticas, que son muy legítimas todas, yo me acuerdo de cuando se decía «sin violencia se puede hablar de todo», y es mentira. En el conflicto del País Vasco se decía eso. Bueno, en Cataluña no ha habido violencia, pero no se ha hablado de todo. En todo caso el poder siempre utiliza la violencia para reprimir, como en el 15-M, y también lo hicieron los mossos. Entonces me parece que estamos ante un gobierno que ha estado cuatro años con mayoría absoluta, sin querer hablar con nadie, ni socialmente ni políticamente, y que ahora tiene el apoyo de Ciudadanos, con lo cual del tema de Cataluña, tampoco se ha estado hablando. Llevan siete años de retraso y ahora ponerse de acuerdo es muy complicado. Y si encima sale el Rey diciendo lo que dice, apaga y vámonos. Creo que les conviene un conflicto a todas las partes para afianzar aun más sus posiciones políticas.

-Saca a colación el discurso del Rey. ¿Le gustó?

-No lo vi entero. Lo leí, pero me pareció fuera de toda equidistancia, creo que era menospreciar a muchos millones de catalanes que en teoría son españoles o que al menos deberían serlo para él y estimo que tenía que haber tendido puentes y no romperlos más, y no posicionarse políticamente con el PP y con Ciudadanos y dar carta abierta y manga ancha al gobierno español; decida lo que decida, cualquier cosa, él estará de acuerdo. Entonces me faltó que fuera un poco más constructivo y no tan destructivo.

-Usted como actor debe saber de comunicación gestual. ¿Qué le pareció la del monarca?

-Acusando y machacando la idea de que hay que ser inflexible.

-Ha dicho Albert Boadella que el conflicto catalán se solucionaría cerrando TV3...

-No creo que haya dicho exactamente eso y solo eso porque me parece muy básico; porque esto se arrastra de otras cuestiones, de algo más amplio, las competencias en Educación, etcétera, etcétera.

-¿Entonces cree que la solución pasa por devolver las competencias al Estado en materia de educación?

-A tanto no llego. Es una cosa muy particular mía. Evidentemente los catalanes dirán que no, y dirán que poco. Estas son cuestiones un poco cortoplacistas porque, insisto, el conflicto viene de atrás, que eso ha podido también influir, vale, pero al fin y al cabo se ha estado haciendo en este país la política que ha querido tanto Convergencia en su momento como PNV, porque los votos valen más. Y en el momento que no se ha hecho, que no se ha hablado con ellos, han dado con el puño encima de la mesa. Es decir, que tampoco me parece muy dialogante lo que ha hecho el Govern y evidentemente sí que han estado durante muchos años aleccionando a la gente, pero bueno, igual que lo hace el PP con Televisión Española y con TeleMadrid, me parece una vergüenza. Es que entre pecadores anda el juego.

-¿Venimos a esta entrevista para hablar lógicamente también de su vocación. De pequeño usted quería ser actor?

-De muy pequeño, no. Igual con 12 años empecé a pensarlo. En mi familia no sé de nadie que hubiera hecho nada que tuviera que ver con lo artístico. Mi padre tenía una empresa, una fábrica de grifería en Zaragoza. A mí me gustaba mucho el cine, de siempre, me sabía todos los actores, y las películas que ponían en Televisión Española me las tragaba todas. A partir de ahí pensé: oye, este es un trabajo al que me gustaría dedicarme.

-Y se decidió a estudiar dirección cinematográfica..

-Estuve un año en el TAI en Madrid y al mismo tiempo lo compaginé con cursos y clases de interpretación, primero en una escuela de Madrid, luego en la de Cristina Rota, en la que estuve hasta el 94, cinco años.

-Y debutó con Bigas Lunas en ‘Jamón, Jamón’...

-Sí. Era un papelito pequeño, era el amigo de uno de los protagonistas, de Jordi Mollà, y nada, me fui a Zaragoza a rodar y se ahorraron el hotel porque me fui a dormir a casa de mis padres (risas).

-¿Y cómo se hace para debutar de un modo tan sobresaliente, aunque sea con un papel pequeño?

-Pues suerte, castings... Hice el casting para el papel de Jordi Mollà, no les gusté para ese personaje pero les gusté lo suficiente para que me cogieran en el personaje de uno de los amigos.

-Usted ha pasado por decenas de series de televisión. ¿Hasta que no sales en la tele no eres famoso?

-Bueno, no creo que tenga que ser así aunque lamentablemente ahora mismo parece que ser famoso fuera una profesión. Ser famoso no es nada, te puedes morir de hambre siendo famoso. Así que yo no soy famoso, yo soy actor.

-Pero sí es cierto que la televisión abre una ventana a los actores con la proliferación como nunca de series. Es un escaparate que antes no existía de forma tan clara...

-Sí. Pero el ser famoso me da igual. A mí el que me reconozcan por la calle no me da dinero. Si me dieran 10 euros cada vez que me reconocen entonces sería feliz, pero como no me los dan... Lo único que te da el que te reconozca más gente es que puede que así te den más trabajo, pero eso también te sucede si lo haces en teatro, y no te ve tanta gente. Lo que te da no es una ventana de cara al mundo, que a mí no me importa eso, lo que me importa es una ventanita de cara a la profesión y a que los espectadores vayan a ver mis trabajos, que es lo que me interesa. El ser famoso por ser famoso no es nada.

-Ha citado el teatro, ¿qué aporta a su juicio este género respecto a otras disciplinas?

-Creo que lo que ha aportado siempre, que es una visión crítica de la sociedad y de los dirigentes también a veces, y del comportamiento de la sociedad; es un poco un espejo para que la gente pueda ver reflejados sus sentimientos, sus emociones... Pienso que debería ser eso, y por otro lado es una evasión, es un divertimento, de manera que tiene las dos vertientes, hay un teatro más serio y un teatro más lúdico.

-Ahora ha tenido la oportunidad de pasar por Cáceres, ciudad en cuyo Gran Teatro ha rodado ‘La teoría del sueño’, con aspiraciones para el Festival de Málaga y que narra la historia de David Leclerck, el hipnotista más afamado y con el mejor espectáculo en directo de la ciudad. Versa sobre dos viejos conceptos conocidos en el mundo de la cinematografía: el amor y la venganza...

-Sí, es un cortometraje que dirige Rubén Barbosa y en el cual soy el protagonista. Encarno a un hipnotista que prepara una pequeña sorpresa a su ayudante en la última temporada.

-¿Y qué opina de la hipnosis?

-Depende de qué tipo de hipnosis. La hipnosis que veo en televisión no me la creo. Sí que sé que la hipnosis se usa en terapias.

-Exacto, se aplica a dolencias relacionadas con la ansiedad, la depresión e incluso el tabaquismo...

-Sí, de hecho se hacen hipnosis regresivas. La mente es muy poderosa y si la mente entra en un estado de relajación, de concentración, puedes subsanar muchas cosas. También es verdad que normalmente tenemos unos comportamientos adquiridos a través de unas rutinas que llevamos muchos años haciendo o que nos han inculcado durante mucho tiempo y para cambiarlo es a veces muy complicado. Entonces si trabajas desde el subconsciente, desde la hipnosis, probablemente puedas acceder a sitios más recónditos y tratarlos de una forma más potente, más fuerte, para que puedas funcionar mejor.

-El corto de Barbosa tiene, además, un fin educativo...

-Alumnos de audiovisual actúan de extras en el rodaje, chicos de iluminación vieron cómo trabajábamos. Ellos nos ayudan a nosotros y les sirve de prácticas.

-¿Piensa entonces que el cine deberia formar parte obligatoriamente del sistema educativo?

-Todo lo que sea cultura debería ser obligatorio: el cine, el teatro, la música, y dejar en el sistema educativo de aprender como loros. Algunas escuelas están intentando cambiar esto. Y de hecho yo tengo una hija pequeña y la voy a meter en ese sistema educativo sí o sí, no pienso meterla en un sistema del siglo XIX en un mundo en el que estamos del siglo XXI, y hay que aprender de otra forma porque de lo contrario la gente, insisto, se convierte en loros, no tiene ninguna educación ni ninguna cultura. Son loros hasta que se les olvida lo que tienen que repetir y entonces vuelven a no saber nada.

-¿De todos sus papeles, cuál es el que más le ha impactado?

-Siempre quise hacer un personaje, que de hecho me escribí hasta una obra de teatro, que era Calígula, lo que pasa es que lo hice en teatro y fue un poco desastre. Fue una producción mía y perdí bastante dinero. De los que me conoce la gente, pues igual el inspector Torres, de ‘Sin tetas no hay paraíso’ me gustó mucho interpretar, era un personaje que tenía un trastorno obsesivo compulsivo con la limpieza y era muy divertido de interpretar. Y luego estaba Gustavo, de ‘Gran Reserva’, que era un malo muy gracioso, muy pobre tipo, muy cabrón, pero muy pobre tipo.

-Claro, porque en ocasiones le seleccionan en papeles para hacer de ‘malo’, ¿no?

-Bueno, en ocasiones sí, pero no me encasillo, intento abrir el abanico todo lo que se pueda. Creo que si mi carrera puede presumir de algo es que tampoco he estado nunca demasiado encasillado en ninguno de los papeles y he hecho un poco de todo.

-¿Desde fuera, cómo ve Extremadura, en qué estima que es un ejemplo y qué cree que le falta para su desarrollo definitivo?

-Pues la verdad es que Extremadura es un poco la gran desconocida. No sabría decir qué le falta, de qué puede presumir. Sé que a nivel cultural, por lo menos en lo audiovisual, la Junta está haciendo un esfuerzo y están intentando atraer rodajes y formar a nuevos cineastas. Sé del papel del teatro en Mérida y de las maravillas arqueológicas... Pero estoy seguro que esa pregunta la contestarán mejor los lectores del periódico (risas).

-Existe una reivindicación en Extremadura que tiene que ver con la puesta en marcha por parte de Renfe de un tren digno. Tardamos en llegar a Madrid hasta seis horas. Es un agravio para la comunidad autónoma. ¿Qué opina?

-Si realmente se tardan seis horas en llegar a Madrid en tren, obviamente es un atraso grandísimo. Eso solo hace fomentar los desplazamientos en coche que conllevan más contaminación y más peligro.

-¿Y para terminar esta entrevista, ¿cómo se ve de mayor, retirado en los cuarteles de invierno?

-(Sonríe y se queda pensativo). Pues... (vuelve a sonreír) un poco más sabio, un poco más... (más risas) espero que la ciencia haya avanzado y que la vejez no sea tan traumática como me parece ahora desde la distancia. Y bueno, espero estar en algún sitio donde haya una buena playa, y al menos, haga calorcito.