Hace unos días Pilar Eyre reflotó en la revista Lecturas un chisme de los años 60 atribuido al viejo zorro televisivo Alfredo Amestoy: Sofía Loren «se enamoró» de una «discreta y no muy agraciada» periodista murciana llamada Encarna Molina. ¿Quién era esa articulista olvidada que hizo salir del armario -sin éxito, avanzamos- a la maggiorata, entonces ya casada con el productor Carlo Ponti?

Despejemos la incógnita. Se llamaba Encarnación López Molina (Murcia, 1941), y pese a que Amestoy afirmó que el flechazo se produjo cuando la Loren rodaba en España El Cid, la propia Encarnita evocó en un artículo publicado en la revista Sábado gráfico (1966) que la conoció en el rodaje de Madame Sans-Gêne en un plató de Sevilla Films, en 1961. La periodista tenía 18 años y en una rueda de prensa le disparó una pregunta descarada. A la italiana le cayó en gracia, le dio una exclusiva y en cuestión de horas se convirtió en su «mejor amiga» («Encarnícita» -pronúnciese en italiano- la llamaba). Apenas un mes después Encarnícita volaba a Italia, se hospedaba en su villa romana y en la de Lugo, en Emilia-Romaña, donde la actriz empezaba Boccaccio 70 a las órdenes de Vittorio de Sica.

«Fue una relación de muchísima confianza, como la que tuvieron Isabel Pantoja y Encarna Sánchez», explica el periodista aragonés Benjamín Bentura Remacha, fundador de la revista taurina Fiesta Española, que la contrató como columnista de espectáculos, aunque el editor se apresura a señalar que -al menos, por parte de la murciana- no fue una amistad con derecho a roce. «Solo muy amigas», remacha el hermano de Encarnita, Antonio López Molina.

Hija de un corredor de fincas y propietario de un merendero en Murcia, Encarnita empezó a los 16 años en el diario La Verdad, y a los 18 ya tenía el título de la Escuela Oficial de Periodismo. Su primer scoop fue una entrevista que le hizo a Fabiola de Mora y Aragón en 1960, el mismo año en que se casó con Balduino y se convirtió en reina consorte de los belgas. Bentura, que hoy tiene 85 años y vive en Ejea de los Caballeros, recuerda aquella gesta: «La Casa de Aragón en Madrid -que yo presidía- le regaló a Fabiola una virgen del Pilar para que se la llevara a Bruselas. Agradecida, nos invitó a su casa de la calle de Zurbano y me acompañó Encarnita. ¡Le hizo una entrevista que fue un bombazo!».

A partir de ahí vino el despegue. La murciana empezó a tener libre acceso a camerinos, saraos y hasta al Pardo. «Era la más famosa de todas -asegura su hermano-. Allá donde iba le abrían las puertas. Fue la primera que entrevistó a los nietos de Franco». Apareció en La casa de los Martínez -un hit de RTVE- y se hizo amiguísima de Rocío Durcal, Carmen Sevilla, Paquita Rico, Rocío Jurado y Lola Flores («todas pasaron por casa», asegura su hermano desde Murcia). «Ella me decía que todas temían que las criticara», explica. «Fue la pionera de la prensa del corazón», remarca Bentura.

El flas de la Loren por esta mujer abre otro interrogante: ¿era Encarnita un bellezón? Las pocas fotos que se conservan de ella -algunas publicadas en Sábado gráfico junto a las estrellas que entrevistaba- la muestran decorosa, tapada y con anteojos. «Era monísima», asegura su hermano. «No era espectacular, pero sí muy atractiva», opina Bentura. «Fue Miss Guapa con Gafas de Madrid [un concurso organizado por Óptica Cottet que hacía furor en los 60], y tenía una simpatía, un poder de captación y un don de convencer extraordinarios», prosigue el legendario crítico taurino. «Si no llega a ser porque murió tan joven, habría sido un fenómeno de la comunicación».

Víctima de una leucemia («cuando estaba muy mal, la duquesa de Alba la llamaba todos los días», cuenta su hermano), falleció a los 30 años en Madrid, un mes después de haberse casado con el hijo de un factótum de la Hacienda murciana. «Una boda rara», opina Antonia Molina, prima hermana de Encarnita. «Ella quería probarlo todo», añade el hermano.

EL ÚLTIMO VIAJE

Y es ya difunta cuando Encarnita protagonizó otro episodio delirante de la historia del showbiz del tardofranquismo. Ella había expresado su deseo de ser enterrada en su Murcia natal. Así que su amiga Paquita Rico la vistió de calle y, en compañía del flamante marido de Encarnita, una de sus hermanas, y la artista trianera la montaron «aún caliente» en un coche que condujo Miguel González, amigo de la familia.

Eran 400 kilómetros de carretera entre la capital y Murcia, y para tensión en aquel trasunto de coche fúnebre, «hubo un accidente y la Guardia Civil hizo aminorar la marcha y circular en hilera de uno», según Antonio López Molina, que desmiente que la Rico bajara la ventanilla y le dijera a la Benemérita que su amiga se había pasado de copas.

Encarnita López Molina descansa en Cabezo de Torres, una pedanía al norte de la ciudad de Murcia, a la espera de que rescaten su trabajo y no sirva de pasto de invenciones.