Con este cómic quería entrar en un terreno más ficticio. Además, me gusta pensar que los personajes están bajo el efecto de algún enteógeno y que eso les proporciona la experiencia mística o divina, y la visión animal», destaca el dibujante y guionista del cómic de ciencia ficción posapocalíptica Un millón de años, David Sánchez.

Este tebeo, cuidadosamente editado por la solvente Astiberri, comprende cinco relatos (El insecto, El mono, La secta, El ojo y La playa) que se desarrollan en el mismo escenario. Cíclopes, sacerdotes y caníbales luchan por sobrevivir en un desierto anaranjado. Pero no un páramo de dunas bellas como las de Lawrence de Arabia, sino uno eterno y ardiente donde el horizonte huye del viajero.

En el relato La secta, una cabra, una rana y un pulpo antromorfos echan las cartas; un extraño tarot con el que deciden quién será el próximo niño sacrificado. Violencia y religión puras, despojadas de otro fundamento que el fanatismo, impregnan la obra. Estamos ante un culto dedicado al sacrificio y la sangre, nunca a la salvación y la miel.

«Como un místico materialista, David Sánchez produce a través de sus viñetas una experiencia sensorial de una veracidad angustiosa», reza el guionista y crítico de cómic Santiago García en esta primera edición.

Los cómics de Sánchez se leen rápido, pues tienen poco texto, lo cual no quiere decir que estén libres de mensaje. Sánchez crea en el lector una sensación de incomodidad, como lo hace Cabeza borradora (David Lynch, 1977) o Pink Flamingos (John Waters, 1972). Incorpora un trazo fino y amable y colores irisados. Pero se trata de puro kitch, un engaño al servicio de esa incomodidad creciente. David Sánchez se confiesa adepto de la música americana de los años 50 y 60 y afirma que fue una fuente de inspiración importante para la ambientación de Tú me has matado, su ópera prima. Se nutre de su entorno para la creación de personajes: cuenta que sus vecinos son mormones americanos y que un día unos testigos de Jehová llamaron a su puerta para darle panfletos, lo que alimentó de repente su imaginación… «Quería mezclar un cóctel de drogas con una sesión de ouija, que sucediese en España, y que todo tuviera el ambiente de las últimas películas de Buñuel», comentó David Sánchez a propósito de La muerte en los ojos, un cómic de tan solo 24 páginas.

Historias hipnóticas

En No cambies nunca, una científica lleva a cabo un experimento de alto riesgo; un médico se hace cargo de un bebé monstruo y necesitará droga dura para sobrellevarlo. Celdas de aislamiento, jeringuillas, experimentos obscenos y carreteras desiertas son los elementos que pone al servicio de unas historias enfermizas e hipnóticas.

En su obra está todo el imaginario del cine de serie Z y de la cultura trash y pulp. Deudor de artistas del underground norteamericano como Charles Burns o Daniel Clowes, sus tebeos tienen un aire de telefilme de videoclub pasado de vueltas. Son los cómics que Tarantino pudiera haber leído un día… o dentro de un millón de años.