No había en España un equipo más nacionalista y admirado que el Atlético de Bilbao. Jamás fichaba un jugador que no fuera vasco. Esto le hacía más español y en Extremadura había decenas de peñas. La más famosa, la peña de la Sardina en Villafranca de los Barros.

Los tres presidentes de la Comunidad Autónoma de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Guillermo Fernández Vara y José Antonio Monago Terraza, son del Barcelona, ya es casualidad. El alcalde de la capital extremeña, Pedro Acedo, del Real Madrid, merengón. El Rey Felipe VI del Atlético de Madrid, colchonero. ¡Ahí es ná!

El día en que el Mérida subió por primera vez a Primera División (1994-95) hubo elecciones, Antonio Vélez perdía la alcaldía. La bienvenida en el balcón del ayuntamiento, acompañado del Consejero de Educación, Ciencia y Tecnología, Luis Millán Vázquez de Miguel, fue un trago amargo. Los aficionados sólo querían ver a José Fouto. Se retrasó la llegada del equipo a la ciudad hasta que ce cerraron los colegios electorales y así no influir en ninguna decisión. Los políticos y el deporte siempre han tenido un buen aliado en los aficionados.

Recuerdo el sofocón de Manolo Rojas, un buen alcalde del PSOE de Badajoz, cuando jugaba el Badajoz con el Compostela y se llevó a Galicia a toda la prensa pacense, ya que con el empate subía a Segunda A. Era un día de San Juan, día grande de feria. El Badajoz perdió y, para más inri, el Mérida ganó al Osasuna en el último minuto de penalti y subió el equipo romano a Segunda A. El Mérida llegaría a la División de Honor. En el partido en el Vicente Calderón, Atlético de Madrid-Mérida, empatamos y la tribuna estaba llena de políticos extremeños de todas las tendencias. Fútbol y política siempre de la mano. Juntitos Marugán y Ramallo.

Este año, el mismo 24 de mayo termina el campeonato liguero y sabremos quién es el presidente que gobernará nuestra comunidad y los alcaldes de los pueblos y ciudades de la región. La menor preocupación de los políticos será quién gana la liga. ¡Qué cuatro meses nos espera!