Los insultos y descalificaciones personales en política no pueden ser justificados por el hecho de pertenecer a un partido político. Se entra en una dinámica que el ciudadano no comprende y se termina por hacer un juicio de la política errónea.

No es el camino. Pilar Vargas la emprende con el candidato socialista Angel Calle y le dice: traicionero, leninista, chaquetero y traidor. ¿Qué pensarán los hijos de Calle cuando lean estos insultos a su padre? ¿Qué pensaría el día de mañana la hija de Pilar Vargas si en un escrito de un periódico se encuentra con que a su madre le llamaban con estos mismos insultos?

La campaña electoral que está a cinco meses vista ha comenzado con tal virulencia que si se sigue por el mismo camino el ciudadano de a pie va a oír tal cantidad de barbaridades que van a poner a los políticos a la altura de los insultos que ellos mismos fabrican.

En política no puede valer todo, hay un sentido de la decencia que hay que conseguir y una ética que conservar, si se pierde la decencia y la ética se entra en un mundo cuya esperanza es tan lejana que se entra en un túnel de despropósitos que termina por alejar al ciudadano de estos salvajes ataques y de todo lo que huele a política. ¿Porqué?, no es justo que haya sinónimos peyorativos: politiqueo, politiquear, politicucho, politiquillo...

Los ciudadanos pensarán que todo lo que hacen es para servir y servirse y sus ataques obedecen a lo que se percibe.