El molino de Pancaliente. Un lugar emblemático de la ciudad. De allí salíamos en la década de los sesenta los jóvenes para bañarnos en la otra orilla en unas barcazas que era un peligro. Siempre iban llenas. Jamás hubo un incidente ni accidente.

Este molino será lugar de peregrinaje en lo sucesivo gracias al concejal Luis María González, que ha puesto todo su empeño en conseguir este objetivo.

Se ha remodelado. En este molino, durante unos años, vivió el alcalde Pedro Acedo, con sus padres y hermanos. Se ha remodelado y será lugar de peregrinaje para todos aquellos que van por el Camino de Santiago. Es un buen sitio para estar un rato después de kilómetros de trayecto hasta llegar a tierras gallegas.

Un lugar de descanso, de pasar la noche y tener una tertulia con los demás caminantes. Se pueden quedar en unas literas. Hacer su cena. Charlar con los que allí se encuentren y contar sus experiencias y seguir el camino que desde este lugar y por la carretera del Sapo, llega al cruce de Proserpina, toman esta carretera y llegar hasta Aljucén donde vuelven a pernoctar y seguir el camino.

El precio de pasar una noche o un día en el molino de Pancaliente es simbólico. Es lo menos importante. Cada uno de los que llega hasta aquí tiene muchas cosas que contar, y de interés para conocer aspectos de la vida que pasan desapercibidos para aquellos que no se cargan la mochila a hombros y echan a andar.

Es muy interesante y curioso escuchar sus andanzas. Ha sido, sin duda, una gran iniciativa. Cada día nos encontramos peregrinos. Suelen ir solos o en parejas, con sus mochilas, una buena vara o un bastón y un buen equipo para seguir el largo camino que les resta hasta encontrarse con el patrón de España.

Pero, aquí también tienen su sitio. El lugar en Mérida es precioso. Bueno para descansar y seguir el camino.