La desaparición de uno de los ancianos que se encuentran en el grupo escultórico de la zona Sur, conocido como Santa Teresa de Jornet, es una demostración más del incivismo que hay en determinados grupos de la ciudad. Hemos podido comprobar como se destrozaban cerca de un centenar de árboles en el paseo del Albarregas, han roto aspersores, papeleras y farolas; los cristales en el Arco de Trajano o los grafiti por toda la ciudad.

Como las esculturas no pesan nada, no había dinero para fundirlas en bronce, se entregaron en cartonpiedra, que ha sido y es la diana de los gamberros de turno. Las pobres monjas, desesperadas de ver como se ataca su propia institución quieren llevarse a su santa al jardín del asilo y así evitar nuevos ataques.

Si se tuviera que mudar de ubicación sería un fracaso de nuestra población ante una institución que tanto ha dado a la ciudad con su trabajo y sacrificio, y, lo siguen dando, un ejemplo a seguir y por lo tanto hay que cuidar, mimar y resolver este problema que ya viene arrastrando de tiempo atrás.

Estos gamberros no respetan nada y les da lo mismo una escultura, un monumento arqueológico, una institución deportiva o un paseo de la ciudad que es una preciosidad. Es hacer daño por hacer daño. La agresividad está llegando a límites insospechados. En los móviles de algunos alumnos de colegios e institutos se pueden observar como hay escenas violentas producido por ellos mismo que graban para después observar su propias fechorías.

Con esta carga de agresividad no es de extrañar estos comportamientos