Dos acontecimientos han copado la actualidad informativa esta semana pasada. Uno tremendamente positivo, otro tremendamente lamentable. El primero marca un antes y un después en la historia de la ciudad, el segundo podría haber sido histórico pero tuvo la mala suerte de caer en precampaña electoral.

Yo soy muy de quedarme con lo positivo, así es que hoy os hablaré del Estatuto de Capitalidad de Mérida, porque me niego a formar parte del circo mediático-político que ha conducido a la suspensión del World Padel Tour y no porque me fastidie la inversión que se ha perdido, que también, sino porque me duele que haya triunfado la estrategia electoralista. De modo que allí estaba yo, una garrovillana que se siente extremeña hasta la médula, viviendo un momento histórico para una ciudad que siento como mía.

El Parlamento extremeño perdió por un momento su formalidad cuando diputados y público se levantaron para aplaudir y felicitarse unos a otros por haber conseguido, después de 23 años de idas y venidas, aprobar un documento que muestra el orgullo de todos los extremeños por su capital. Se da la circunstancia de que se aprueba en una fecha que tiene mucho pasado democrático en España, el 19 de Marzo, Día de San José, en el que se aprobó allá por 1812 la Constitución de Cádiz, "La Pepa". Motivo por el cual mi amiga Celia Lafuente y yo, le llamamos cariñosamente "El Pepe".

Nuestro Pepe no se ha librado tampoco de la polémica, no se crean. La precampaña no perdona, y hay quien ha intentado ganar votos tirando de los "localismos más exacerbados" y pidiendo que se impidiese su aprobación.

Finalmente, lo importante, lo que me hace mantener la fe, es que a pesar de las dificultades y aunque ahora todo el mundo se apunte el tanto, todos, absolutamente todos los implicados en este momento histórico, han sabido dejar a un lado sus intereses personales y elegir el camino del consenso. El Estatuto de Capitalidad de Mérida es una Ley con la que todos los extremeños, a través de nuestros representantes democráticos, concedemos a Mérida lo que por derecho le pertenece y lo que por lógica repercutirá en un beneficio para todos. ¡Viva El Pepe!