No trata esta columna de crear alarma social. Sí de llamar la atención de los responsables políticos y policiales para que haya una mayor vigilancia y más coordinación. El caso de María del Carmen Saavedra, esposa del exalcalde de Mérida Antonio Vélez, atracada a punta de navaja en pleno día en su coche, un hecho del que la Guardia Civil de Tráfico se enteró horas después, cuando ya no había remedio, demuestra la descoordinación de las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Ni ha aparecido el coche ni, lo que más duele, su pequeño perrito que era lo que más querían. No es el único caso. Eduardo Valdés, amigo de siempre, conducía su coche desde Don Alvaro a Valverde de Mérida, y paró, porque es así de buenazo, a un joven que hacía autostop. Se montó, sacó una navaja y lo dejó en la carretera, hasta que andando llegó a denunciarlo a la Guardia Civil de Valverde. El coche apareció por la noche en la barrida Nuestra Señora de la Antigua, mientras el individuo campa por esos mundos de Dios con el delito de robo con violencia.

La hija de un amigo al entrar en su vivienda en la calle John Lennon le sacaron una navaja para que le entregara el dinero, en pleno centro de la ciudad. Ibamos a cenar a casa de un amigo y por las calles Obispo y Arco, Félix Valverde, San Francisco y Santa Eulalia nos abordaron a las nueve y media de la noche varios jóvenes pidiendo dinero, iban bien vestidos e insistían que les diera algo. Te sientes indefenso ante semejante situación. No es grave, dicen algunos, pero como sigamos así, van a tener que tomar medidas para que desaparezca esta situación que todos lamentamos.