Los turistas vienen a ver los monumentos romanos, visigodos y árabes, pero al término de la visita desean sentirse tranquilos y a gusto, tomar un buen menú y, así, dar rienda suelta al apetito que se tiene después de un recorrido turístico.

Muchos conocen, y es precioso, el acueducto romano de Segovia, pero también se conoce como prepara el cochinillo Cándido, que está allí mismo. Y después de un recorrido por el acueducto tomar un lechón al horno es una delicia. Al final se vuelve más por el animalito que por las piedras.

Mérida tiene una buena oferta en su entorno, pero los domingos y festivos muchos restaurantes cierran a cal y canto sus puertas, y el centro de la ciudad queda en silencio y sin posibilidad de hacer negocio.

Es la pescadilla que se muerde la cola. Como los turistas no vienen, no abro. Los turistas no van, porque les han dicho que los restaurantes del centro están cerrados y fuera de servicio.

Vamos a tener en Mérida una Escuela de Hostelería y la restauración en nuestra ciudad tiene que comenzar a dar ejemplo de comportamiento turístico y dar cabida a los jóvenes que van a ir saliendo de esta escuela. Ya hay una en el Centro de Adultos en Mérida y salen unos magníficos profesionales, con un profesorado extraordinario. Aprovechémoslo y consigamos abrir más ofertas de trabajo.

Hay restaurantes muy competitivos en Mérida, pero eso hay que demostrarlo principalmente con el turismo. Hay que saber ganar esa baza, hay que conseguir que el turista se quede y hacer una oferta digna y que convenza.