-¿Cómo fue su experiencia como eurodiputada en el Parlamento Europeo de 2012-2014?

-Entré en sustitución del ministro de Exteriores, García Margallo. Fueron dos años y medio intensos. La actividad en el Parlamento Europeo es frenética. A las ocho de la mañana ya están en marcha las ponencias, comisiones, desayunos informativos… Llegan las ocho de la noche y seguimos trabajando. Para mí fue una experiencia que implicó mucha responsabilidad. Los parlamentarios somos la voz de los ciudadanos, defendemos intereses comunes de los españoles y en mi caso de los extremeños, frente a los de los estados miembros. Para mí fue especialmente grato, pues en ese momento se negoció una de las políticas más importantes de la Unión Europea y que afecta de lleno a nuestra comunidad autónoma como es la reforma de la Política Agraria Comunitaria. Por parte de Extremadura se presentaron enmiendas en un debate intenso.

-¿Cree que los ciudadanos son conscientes del trabajo que se realiza en las instituciones europeas?

-Los ciudadanos tienen sus problemas y sus preocupaciones cotidianas. Son las instituciones, en este caso las europeas las que tienen que ser cercanas a ellos. Nos parece lejana burocráticamente hablando pero la realidad es que todo lo que allí se decide nos afecta de forma directa a los ciudadanos. Las personas que trabajan en estas instituciones tienen que explicar a los ciudadanos la enorme importancia del trabajo que allí se realiza. Un ejemplo muy gráfico es el de la Política Agraria Común. En Extremadura nuestros agricultores reciben esas ayudas porque se ha hecho bien el trabajo y se ha negociado para ello. Cuando estuve en el Parlamento Europeo uno de mis objetivos fue ese. Di charlas en muchísimos institutos y asociaciones que me lo pedían porque los ciudadanos querían conocer de primera mano el trabajo que realizaba. Los jóvenes mostraron mucho interés.

-¿Cuál es a su juicio el mayor reto al que se enfrenta la Unión Europea?

-Hoy celebramos los 60 años de la firma del Tratado de Roma. Creo que es el momento perfecto para reforzar los principios y valores que sustentan al proyecto europeo. Hay que adoptar más Europa en la Unión y también más unión en Europa. Es cierto que en el 2016 fue uno de los más difíciles desde su fundación. Europa se ha encontrado en una encrucijada histórica: la crisis económica se ha unido a la de los refugiados, los atentados terroristas, el creciente euroescepticismo de los populismos y nacionalismos… Creo que a pesar de todo la integración europea es la historia de un gran éxito. Soy firme defensora de esta idea que ha hecho posible este nivel de desarrollo, la generación de riqueza y prosperidad de las naciones. Europa necesita o un nuevo impulso al que nuestro país y comunidad deben contribuir. El reto es seguir construyendo Europa desde el conjunto de los valores que la definen.

-¿Qué sucederá cuando la región deje de ser Objetivo 1?

-Yo me preguntaría cuándo la región dejará de serlo. Las pretensiones son que en el 2020, pero las carencias del tejido social y económico de nuestra tierra provocaron desde el primer momento que fuera de las regiones con atenciones de carácter prioritario. Extremadura tiene que caminar junto a Europa, de ahí de seguir apostando por la internacionalización para fortalecer el comercio para que nuestra tierra crezca y sea competitiva.

-¿Qué ha sido lo más positivo para la región de estos 30 años?

- Es incuestionable todo lo positivo que ha supuesto para Extremadura y los extremeños formar parte de la UE. Extremadura ha podido adquirir nuevos derechos y oportunidades para vivir, estudiar, para trabajar en cualquier país de la Unión. Las ayudas comunitarias han contribuido en gran medida a ese progreso en el campo de las infraestructuras y la agricultura. Hay que seguir apoyando a una ciudadanía europea que sea activa.