WHwoy se cumplen dos años de los atentados islamistas de Madrid en los que murieron 191 personas y más de 1.700 sufrieron heridas de consideración. Una joven de 23 años sigue en coma irreversible desde el 11 de marzo del 2004, y un buen número de víctimas padecen serias incapacidades, precisan hospitalización discontinua para seguir tratamiento o requieren asistencia psicológica. A todos los afectados, el recuerdo de la matanza les acompañará de por vida.

OBSTINACION DEL PARTIDO POPULAR . Por más que se empeñe el aznarismo, de aquella tragedia quedan muy pocos misterios por resolver. Los servicios de información, la policía y Juan del Olmo , el juez de la Audiencia Nacional que instruye el caso, coinciden con la Comisión de Investigación del 11-M en que detrás de los atentados no se esconden más terroristas que los de Al Qaeda. Sólo por obstinación en la mentira y cálculo político puede el PP sostener todavía que la investigación se cerró en falso y que hubo participación etarra. Esta nunca existió, salvo en la maniobra de intoxicación que padecimos todos tras los atentados.

LA LENTITUD JUDICIAL . Las víctimas tampoco tienen dudas sobre quiénes pusieron las bombas, pero consideran que la lentitud del juez Del Olmo va en contra de sus intereses. Aunque el instructor del caso se ha comprometido a dictar el auto de procesamiento antes del 10 de abril, la dimensión del juicio que se avecina --unos 40 acusados, sus defensas, 26 abogados de la acusación, un fiscal y un letrado del Estado-- hace imposible que la vista empiece antes de marzo del 2007.

Corremos el riesgo de que cuando se cumplan cuatro años del inicio de las diligencias aún no haya sentencia firme y los encausados tengan derecho a salir en libertad. El único precedente de juicios de estas dimensiones es el de la colza, que se prolongó año y medio, y luego la sala precisó de un plazo igual de tiempo para redactar la sentencia.

BUROCRACIA ABSURDA . Además de la parsimonia judicial, las víctimas del 11-M han tenido que soportar la ineficaz burocracia de la Administración. La falta de coordinación entre los organismos del Estado y las aseguradoras ha obligado a repetir muchos trámites que podían haberse simplificado. La creación de una ventanilla única, que los afectados han reclamado con insistencia, les habría evitado repetir gestiones o pasar exámenes médicos reiterativos e innecesarios.

Ha faltado sensibilidad. Con ella se habría evitado el dolor añadido para las víctimas de tener que revivir una y otra vez la tragedia.