TEtl ministro de Justicia dice que regular el sistema del plazo en el aborto debe relegarse a un amplio debate sobre el tema. Este sistema legaliza todo aborto en las primeras semanas de embarazo, bastando con la decisión de la mujer y sin requerirse, como ahora, que existan especiales situaciones de conflicto, como son el origen delictivo del embarazo, el peligro para la salud de la mujer o el pronóstico de malformaciones en el feto.

Esta reforma no tiene por qué incrementar el número de abortos legales, porque ya hoy muchos embarazos no deseados se interrumpen alegando el riesgo para la salud psíquica de la mujer que, en su día, el Tribunal Constitucional consideró suficiente para la constitucionalidad del aborto. Se trataría sólo de reconocer la realidad sin obligar a la mujer a alegar el conflicto con su salud psíquica.

Por eso no se entiende muy bien el temor a abordar una reforma que asume la mayoría de la sociedad española. Ni tampoco la supuesta necesidad de un debate que ya se ha producido desde la transición, porque por mucho que se debata de nuevo, la Iglesia no variará su posición radicalmente contraria. Y no merece tanto miramiento una jerarquía eclesiástica que niega al Estado que la subvenciona la legitimidad para legislar.

*Catedrática de Derecho Penal