TTtodos sabemos que más dura será la caída , pero hay que saber caer con elegancia; partirse la crisma y hacer como que no va con uno la cosa. Al menos por pudor. Al menos para que no se note demasiado que uno estaba interesado en exceso; interesado en intereses tantas veces inconfesables.

El PP ha demostrado, está demostrando, que no sabe perder con elegancia. Con sus caras largas. Con sus gestos adustos. Con sus palabras como flechas. Con sus frases como hachazos. Con su desprecio palpable a las voluntades populares, que les hace llegar al disparate. ¿Qué es eso de que las elecciones las han ganado los atentados terroristas? ¿Qué es eso de que no saben si en España gobernará Zapatero o Bin Laden ? ¿A dónde quieren llegar algunos de los que piden respeto para sí mismos y no saben respetar la decisión de una cualificada y cuantificada mayoría?

La derrota hay que aceptarla con elegancia, y al menos con la misma humildad con que Zapatero ha encajado la victoria. Sabiendo que se es depositario temporal de la confianza popular y que a ella se deben. Y que a ella hay que servir, sin atribuirse poderes que nadie comparte, como fue el caso de la contestada participación en la guerra de Irak, con tantos millones de personas en la calle repudiándola.

De esos polvos, de esa soberbia, de esa prepotencia, de ese endiosamiento del que han hecho gala de continuo, vienen estos lodos. ¡Aparte de que su política elitista, ajena a los intereses de la inmensa mayoría, ya venía haciendo profunda huella en un gran número de electores! De que a veces, se tarda, pero uno termina por caer de la burra . En fin, hay que comerse la soberbia, pasar al fresco helador de la sombra y lamerse las heridas, que esto tiene unos indudables efectos terapéuticos.

*Historiador y portavoz del PSOEen el Ayuntamiento de Badajoz