Estamos llegando a la campaña electoral y florecen las promesas económicas. Es lógico, pero hay que considerarlas en este contexto y compararlas con la gestión realizada. El principal activo de Rodríguez Zapatero no es, pues, lo que promete, sino lo ocurrido en los últimos cuatro años, en los que una virtuosa mezcla de buena coyuntura, correcta política económica y voluntad de reforma social han dado "resultados apabullantes".

El crecimiento del Producto Interior Bruto, superior a la media de los países de la Unión Europea, la fuerte creación de empleo, la aparición del superávit presupuestario, la reducción de la deuda pública, la internacionalización de las empresas... han sido sorprendentes. Además, el PSOE ha logrado una serie de pactos sociales con efectos saludables sobre el poder adquisitivo de los españoles y la modernización económica. Y la España del euro se ha adentrado con fuerza en un círculo económico virtuoso.

Zapatero, que además hace bandera de la gestión del vicepresidente Pedro Solbes, tiene, por tanto, una bien ganada credibilidad económica. Pero no tiene la varita mágica para repetir estos resultados. Se han creado tres millones de empleos, pero eso no garantiza que se creen dos millones más la próxima legislatura. Y menos que se pueda reducir la tasa de paro hasta el 7 por ciento y la temporalidad hasta el 25 por ciento, además de reducir las cargas administrativas en otro 25 por ciento. Una corrección brusca de la coyuntura internacional puede modificar sustancialmente la realidad española. Añádase que dos millones de nuevos empleos implicarían otro fuerte incremento de la inmigración. España debe fomentar la creación de empleo, pero debe cuidar tanto --o más-- la integración de los nuevos inmigrantes, los primeros destinatarios de ese nuevo empleo. Y ello exige un aumento del gasto social a tener en cuenta.

La creación de vivienda protegida, que ya se ha acelerado esta legislatura, es también un objetivo razonable por razones de coyuntura (compensar el cambio de ciclo de la construcción) y de bienestar social (España es uno de los países de la UE con menos vivienda pública y protegida).

Pero José Luis Rodríguez Zapatero no puede olvidar que la coyuntura internacional es clave. Ni ocultar las asignaturas todavía pendientes: un diferencial de inflación excesivo con otros países de la Unión Europea, un abultado déficit exterior que se compensa con un fuerte endeudamiento, difícil de mantener con la crisis financiera internacional, y un escaso incremento de la productividad. Son problemas que el Gobierno debe abordar con urgencia. Y que en todo caso sería un grave error ocultar o minimizar.[,02]