TLta vicepresidenta del Gobierno propone primar fiscalmente a las familias con un solo cónyuge. Lo jusitifica por la emergencia de "nuevas condiciones sociales y del crecimiento de los hogares monoparentales, sostenidos sobre todo por mujeres". Desde esta perspectiva, la iniciativa de Fernández de la Vega aparece legitimada por el principio de no discriminación entre las distintas formas de articular la estructura familiar. Este enfoque rompe la tradicional apuesta que desde la instauración de la democracia han mantenido todos los gobiernos, con independencia de su color, y puede tener consecuencias sociales muy negativas. En este contexto, la evolución registrada en otras sociedades con políticas similares son muy interesantes.

La experiencia de los países desarrollados muestra que el incremento de la delincuencia entre los jóvenes, el fracaso escolar o los problemas de integración social de los hijos están estrechamente asociados a la relajación y/o a la desaparición de los controles sociales que se derivan de la quiebra de las familias con un padre y una madre. Estas afirmaciones no se sustentan en argumentos morales, sino en una abrumadora literatura económica y una amplia evidencia empírica. En consecuencia, cualquier gobierno debería ser extremadamente cuidadoso a la hora de proponer y articular políticas que estimulen la constitución de hogares monoparentales. El estudio ya clásico de Patricia Morgan, Farewel to the Family , ilustra el elevado coste de medidas así.

La posición del Gobierno resulta más llamativa si se tiene en cuenta que España es uno de los Estados de la UE que menos ayuda a las familias. Los incentivos fiscales --deducción por maternidad y asistencia financiera directa por el número de hijos-- son menos de la mitad de los existentes en Francia, y once veces inferiores a los vigentes en Alemania. Portugal y Grecia, con un PIB per cápita inferior al español, tienen regímenes fiscales mucho más generosos para los hogares. Pero la iniciativa gubernamental es mucho más chocante si se tiene en cuenta que España es el país de la UE con tasas de natalidad más bajas y con proyecciones de envejecimiento de la población más altas. Si la oferta de asistencia tributaria a los hogares con un solo cónyuge crece, el número de este tipo de familias también lo hará.

En consecuencia, el apoyo fiscal a los hogares monoparentales es pues una medida peligrosa cuya puesta en vigor producirá efectos negativos. Por eso, los países que más han avanzado en esa línea, EEUU o Gran Bretaña, están dando marcha atrás. Cuando la preocupación de la gran mayoría de los Estados avanzados es cómo fortalecer la familia tradicional, nosotros hacemos todo lo posible para debilitarla.

*Periodista