La corresponsal de este periódico en Coria, Nieves Agut, fue agredida ayer por una mujer cuando ambas se encontraron en un establecimiento de esa ciudad. La agresora, Angela T., le propinó un puñetazo al tiempo que le advertía de que volvería a hacerlo cuantas veces se cruzaran.

La ´razón´ para agredirla es que en noviembre este periódico informó de que uno de los detenidos por su presunta implicación en el asesinato del alcalde del pueblo alicantino de Polop era de Coria: Raúl M.T, hijo de la mujer que ayer le dio el puñetazo. La información no era a humo de pajas: Raúl está hoy en prisión, acusado de estar relacionado con dicho asesinato. No hacen falta palabras altisonantes ni soflamas corporativas para calificar de intolerable esa agresión, que tiene un plus de gravedad, porque Agut ha sido agredida simplemente por ser periodista: como si a un panadero se le pegara por vender pan o a un agricultor por arar la tierra. Agut ha sido agredida porque la agresora ha entendido que es la responsable de cualquier información que apareciera en este diario con referencias a Coria o a alguno de sus vecinos o habitantes: había que agredir al periódico y el periódico en Coria es Nieves Agut. La agresora había amenazado semanas atrás con hacer lo que hizo ayer. Parece que es de las que cumplen lo que dice, en contra de lo que parecía, puesto que de las primeras amenazas la periodista no puso denuncia por entender que todo acabaría ahí. Ayer, sin embargo, y conforme le daba un puñetazo, aseguraba que volvería a hacerlo. La justicia debe actuar con diligencia y con decisiones que, teniendo en cuenta estos hechos, protejan a la víctima.