WLw a economía española, medida por el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), mantuvo la velocidad de crucero del 4% hasta el mes de marzo del presente año. El dato lo difundió ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE) de manera provisional, porque es el que debe entregar a la oficina estadística de Bruselas, Eurostat, para que elabore los índices de crecimiento del conjunto de la Unión Europea para finales de mes.

Comparada con el resto de economías europeas más vinculadas entre ellas (los Quince de antes de la ampliación del 2004), la española es la que presenta mejores registros en los principales indicadores macroeconómicos. No yasolamente por el crecimiento total, sino por la confirmación continuada de que se ha superado el peor de los males que ha arrastrado durante décadas nuestra economía: la cifra del paro ha desaparecido de entre las principales preocupaciones de los españoles, y lo ha hecho, además, en una época en que ha aumentado la tasa de actividad --más gente empleada, incluidos los grupos de parados a los que más cuesta encontrar trabajo-- y a pesar de la llegada continuada y masiva de inmigrantes.

El PIB español, además de seguir robusto, presentaalgunos síntomas halagüeños más. El principal es que se reduce paulatinamente uno de sus componentes más dinámicos: el consumo de las familias. Otro, que todavía necesita más tiempo para que se confirme: aumenta la inversión en bienes de equipo --es decir, las empresas renuevan utillaje gracias en parte a unos tipos de interés relativamente bajos-- y mejora tímidamente --aunque el desequilibrio sigue siendo excesivo-- el saldo entre importaciones y exportaciones, un mal endémico de la economía española desde hace muchas décadas.

Esta estadística todavía no registra el riesgo de que se trunque esta fase de crecimiento económico, que ya dura 13 trimestres consecutivos, es decir, desde antes del Gobierno socialista, a consecuencia de la crispación política que el Partido Popular ha llevado hasta los confines de la vida empresarial, utilizando hasta la saciedad, entre otros, asuntos como la opa sobre Endesa por parte Eon, Enel y la española Acciona, o la dimisión de Manuel Conthe al frente de la CNMV, provocadora en su final.

El veterano profesor de Esade Luis de Sebastián lo explica hoy en las páginas de este periódico: por culpa de esa bronca, España corre el riesgo de ser tratada como un país emergente cargado de incertidumbres, en lugar de como un país serio, solvente y fiable, como se merece.

Los efectos empiezan a notarse: multinacionales y fondos inversores ya avisan de que no es compatible por más tiempo tener una economía saludable y convivir con una continua bronca política. ¿Conoce el Partido Popular el alcance de esta irresponsabilidad?