XExn los albores del siglo XX, a finales del verano de 1901 llegó a Vélez-Málaga Blas José Zambrano y García de Carabantes. Allí conoció a la también maestra Araceli Alarcón, con la que se casó más tarde. Fruto de este matrimonio fueron dos niñas: María y Araceli. Precisamente en la citada localidad de la Axarquia malagueña nació María el 22 de abril, habiendo hecho en estos días cien años.

Procedía Blas J. Zambrano de Granada, donde en las postrimerías del siglo, a finales de los años noventa, se había instalado primero su hermano José Diego y luego su padre y toda la familia.

En Granada estuvo el padre de nuestra pensadora escasamente tres años. Corta, pero muy fecunda su estancia. En la ciudad de la Alhambra aprobó las oposiciones de maestro superior e interinamente regentó la Escuela de Prácticas Aneja a la Normal. Pronto se inició en la logia masónica Los Numantinos, y poco después se afilió a la logia Libertad, de la que, ya con el grado de maestro, sería orador adjunto.

Colaboró habitualmente en la prensa de la ciudad. Fundó y dirigió el semanario político y sociológico X, donde firmó numerosos y profundos artículos, que sirvió de órgano de expresión de la sociedad obrera La Obra. De ella sería elegido vicepresidente.

La familia Zambrano era extremeña, oriunda de Fuente del Maestre. Precisamente Blas José había nacido en 1874 en Segura de León, localidad en la que don Diego, su padre, ejercía de maestro.

En esta localidad de la Baja Extremadura residió la familia hasta 1887, en que la salud psicofísica de su padre obligaría a éste a abandonar la escuela.

Ya en Sevilla, en precarias condiciones económicas, estudiaría Blas José Magisterio y con apenas 17 años obtendría el título de maestro elemental. La situación económica de la familia le obligaría a trasladarse a Alajar (Huelva), donde entre 1892 y 1898 trabajaría como maestro auxiliar. De modo que poco más de la infancia pasaría en Extremadura. Su hija María, sin embargo, en Delirio y destino haría referencias a su padre y a su abuelo y a la raíz extremeña de la familia.

María Zambrano estuvo siempre muy unida a su padre. La influencia de éste fue decisiva en su formación y en su vida. Sabemos, por ejemplo, la oposición paterna al amor por su primo, el joven poeta Miguel Pizarro. Hija y nieta de maestros, profesora de Filosofía ella, María Zambrano tuvo, como su padre, una preocupación constante por la educación de los españoles, convencidos ambos de que sólo la educación salvaría al pueblo, sumido en la oscuridad secular. De la importancia fundamental del papel de los maestros, al referirse a los modestos estudios de su padre, afirmaría que "el momento histórico de España exigía de los mejores ser maestro nacional".

La ingente obra de María Zambrano ha oscurecido la mucho más modesta de su padre. En artículos de prensa y en la Revista de Estudios Extremeños así como en mi libro Masones en Granada, yo me he ocupado de él. También el profesor José L. Mora estudió su vida y su obra en un libro publicado por la Diputación Provincial de Badajoz. Sin embargo, que yo sepa, ningún centro educativo lleva el nombre del segureño Blas J. Zambrano ni de su hija, María Zambrano, de origen extremeño.

*Catedrático del instituto Angel

Ganivet de Granada y doctor en

Historia Contemporánea