El sentido común deja la presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura. Se va Angel Juanes Peces (San Pablo de los Montes, Toledo, octubre del 47). Y con él nueve años de dignidad para la judicatura extremeña. Cambio de ciclo para un administrador circunstancial, docente por vocación, libre por convicción, penalista desde abajo, guardián de grandes silencios y bisagra imprescindible de una división de poderes tan higiénica como obligada. Jurista antes que juez, Juanes siempre ha sabido surcar a contracorriente el río de la polémica con pulso sereno y trazar desde planteamientos progresistas los puentes necesarios sobre el mapa de las adversidades. Por momentos ha tenido al enemigo en casa. Casi siempre, enfrente. Ahora, la Sala Quinta del Tribunal Supremo le espera. Madrid. Una vieja aspiración, propia de todo juez, que a buen seguro, como él mismo ha confesado, no afrontará con la misma ilusión que el puesto que ahora abandona. Atrás queda la década de la modernización de la Justicia en Extremadura, la callada labor para anclar unos equipamientos mínimos propios de una administración digna y la espera por unas transferencias que nunca le quitaron el sueño. Pronto todavía para pensar en la jubilación, Juanes sabe como nadie que la historia se escribe hacia adelante, por eso se va, pero se entiende hacia atrás.