TEtntre el lamento permanente de que aquí no hay futuro y el éxtasis arrobador de que aquí se vive como en ninguna parte, algunos extremeños jóvenes, sin pararse a discutir si son perros o podencos, han apretado el acelerador. A uno le sube la autoestima patria cuando se entera de que un pacense dice por Conética cómo deberían funcionar ciertos sólidos; cuando sabe que un chaval recriado en la universidad laboral cacereña, es a sus veintitantos años, teacher en la London School Ecónomich y a la vez reclamado por la americana Universidad de Columbia para exponer por dónde pueden ir los caminos de la economía en el futuro; se regocija cuando una niña del R-66 deja a Chicago atónita con los bucles de su fantasía para la arquitectura, o que un chaval convence a los alemanes de que su coche insignia debe cambiar no sé qué pieza. La inteligencia como facultad psíquica es de personas concretas, pero la capacidad de la creación científica o artística se fomenta en los grupos institucionales y en las familias. Quiere decir que hay futuro si el grupo social estimula la inteligencia, y que hay que insistir en los esfuerzos dirigidos a tal fin: estos muchachos son el resultado de las sumas alineadas en la columna de lo bien hecho en esta tierra. ¡Enhorabuena!

*Licenciado en Filología