Más de 200 guardias civiles destinados en la comunidad autónoma extremeña causaron baja psicológica entre los años 1999 y 2002, según ha confirmado el Ministerio del Interior. La ansiedad, el estrés o la depresión afectan de lleno a un colectivo que, encuadrado en una férrea estructura jerárquica, trata de superar la falta de aperturismo con el deseo de equiparar sus condiciones laborales a las del resto de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ha alertado que las bajas reales duplican al número registrado por Interior, puesto que el departamento de Angel Acebes sólo define como bajas psicológicas aquellas que superan los seis meses de duración. Los datos manejados por unos y otros no dejan de ser preocupantes en un cuerpo de enorme importancia en la salvaguarda de la seguridad ciudadana extremeña. La Benemérita necesita ahora más que nunca abrir sus estructuras y qué mejor que reconfigurar su régimen disciplinario para adaptarlo a un nuevo modelo de policía, donde se preserven los deberes y derechos de los agentes como trabajadores públicos. Asimismo, es necesaria la creación de una escala facultativa de psicólogos que estén lejos de la subordinación de las cadenas de mando medias e inferiores.