TCtuando por gran número de pueblos y ciudades proliferan festivales de alta calidad, que ensalzan el nombre de la población y ofrecen a sus habitantes espectáculos llenos de dignidad y belleza, la ciudad de Badajoz --a manos de sus dirigentes del PP-- nos "echan" una programación zafia que roza lo escatológico.

¡Qué maravilla la oferta de Mérida, o la de Alcántara, o la de Alburquerque! ¡Qué oportunidad la de los pueblos más pequeños, con las giras que está ofreciendo desde hace tantos años la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura!

Pero desde el Ayuntamiento de Badajoz, todo es llevar la contraria; así, nos obsequian con lindezas como Cuñado viene de cuña, Mi mujer y yo somos tres o Tres baturros en un burro .

A la hora de justificar la zafiedad, el alcalde y su impagable concejala de Cultura son contundentes: ofrecemos lo que a la gente le gusta, lo que llena el aforo. Como si los otros espectáculos, plenos de sublime calidad, no fueran refrendados por asistencias masivas que superan lo local e incluso lo regional para adquirir en muchos casos renombre que superan lo nacional.

Entiendo que es muy difícil hacerle comprender a quien jamás olió algo que suene a cultura que hay un límite entre lo popular y lo populachero, entre lo jocoso y lo vejatorio. Mas es necesario dejar constancia de que su actitud reiterada de bajeza intelectual es impropia de una región que progresa y que está colocándose a la cabecera de la creación y la representación a nivel estatal.

Pero, en fin, puestos a remachar en su línea, bien podría el jacarandoso alcalde Celdrán optar en la obra Tres baturros en un burro ... al papel principal. Le iría que ni pintado a su carácter, aptitudes y actitudes mil veces refrendadas.

*Historiador