WHwa terminado la huelga de los bomberos de Cáceres, posiblemente el conflicto laboral más duro que ha sufrido la diputación provincial. Han sido nueve días de huelga de hambre especialmente difíciles, tanto para los agentes como para los que han negociado en representación de la institución. Pero a partir de ahora debería abrirse un tiempo nuevo. Mirar hacia adelante, cumplir los compromisos adquiridos y restañar las heridas. Porque el acuerdo debería ser entendido como el punto final no sólo en las diferencias laborales habidas entre las partes y que fueron las causantes del conflicto, sino también del resquemor mutuo, de las acusaciones cruzadas. Para ello, y por el bien de un servicio de cuya importancia para los ciudadanos resulta ocioso hablar, es necesario pedir a todos que hagan un esfuerzo y miren hacia el futuro. Y es que de las declaraciones de ayer de responsables de la diputación y de los bomberos --todavía ajustando cuentas-- se desprende una atmósfera en la que se percibe que quedan vivos muchos rescoldos del conflicto. Hay que afanarse en apagarlos. Esa es ahora la responsabilidad que les toca, para que el servicio mejore y para que, cuando en el futuro surjan nuevas diferencias, se solucionen sin llegar a medidas extremas.