Hoy a partir de las doce y media tendrá lugar en Benquerencia la XV Concentración Ecuestre organizada por la Mancomunidad Integral Sierra de Montánchez y Tamuja.

Vale la pena acercarse (desde Cáceres se tarda media hora) a esta pequeña pero hermosa población, que cuenta con menos de un centenar de habitantes pero cuya iglesia y algunas casas señoriales dan fe de un pasado algo más próspero.

En los años cincuenta, antes de la gran emigración, Benquerencia contaba con 500 habitantes. Hay casos más dramáticos en la comarca, como Salvatierra de Santiago, con 1.630 habitantes a mitad del siglo XX, 240 en la actualidad.

Uno piensa que el futuro de nuestra provincia se juega en comarcas como ésta, más que en la capital. Si consiguiéramos un cierto despegue económico de estos lugares (Almoharín es célebre por sus bombones de higo, Montánchez por su jamón, pero se podría ir más allá de las mínimas empresas familiares, hacer algo a mayor escala) quizás pudiera contenerse el éxodo de unas poblaciones que conservan como pocas las tradiciones y folclore de nuestra tierra.

Todavía recuerdo, cuando impartía docencia en la extinta licenciatura en Antropología, el impresionante trabajo que hizo una alumna sobre los cuentos y leyendas de tradición oral en Alcuéscar.

El caballo, también, está asociado a estas tierras. No en vano su crianza es una actividad económica de primer orden y algunos ejemplares han copado en los últimos años premios internacionales, desde Bélgica hasta China.

Quien guste de lo ecuestre, no debería dejar pasar la ocasión de contemplar tordos y alazanes, bayos y albinos, potros árabes y yeguas de pura raza española.

Más de trescientos caballos con sus jinetes han acudido en anteriores concentraciones y en ésta no se prevé menor asistencia, más bien lo contrario.

Ayer, en la inauguración, hubo una mesa redonda sobre El caballo en la literatura, donde los poetas Javier Pérez Walias y Eduardo Moga hicieron evidente que, desde el caballo de Troya de la Eneida a los poemas con caballos del argentino Viel Temperley, lo equino y la escritura han galopado muy de cerca.

Pérez Walias nos mostró, del Babieca del Cid, al Rocinante de Don Quijote o el cuento de los dos caballos en el Conde Lucanor, una galería de muy diversos caballos literarios. P

or su parte, Moga glosó el Ciclo del caballo, del portugués António Ramos Rosa, que tradujo al castellano el poeta Ángel Campos Pámpano, de San Vicente de Alcántara, quien tan prematuramente falleciera y tanto hiciera por la difusión de la literatura portuguesa. Moderó la charla Joseba Buj, escritor y profesor en la Universidad Iberoamericana. Hijo de vasco y extremeña, como él dice, solo podía terminar en México, aunque vuelva siempre que puede a sus dos pueblos de origen, Bilbao y Benquerencia. Buen prólogo para lo realmente importante que será hoy, cuando estos hermosos animales tomen la Dehesa Boyal y nos emocionen de nuevo por su fuerza y su nobleza, por ese vínculo que, desde tiempo inmemorial, y a pesar de todos los mecánicos avances, nos sigue uniendo. Y es que, como dijera Ramos Rosa en la lengua de nuestros vecinos: «Já alguém viu o cavalo? Vou aprendê-lo / no jogo das palavras musculares. / Alento alto, volumen de vontade, / força do ar nas ventas, dia claro».