WEwl Cáceres Club Baloncesto deja de existir. Ayer, la retirada del apoyo municipal tras entender el consistorio cacereño que una sentencia da pie a sus acreedores a reclamar sus deudas y a estrangular su viabilidad económica futura, y la subsiguiente negociación en Valencia para vender sus derechos de la liga LEB al Calpe, han dado la puntilla a una entidad que ha sido, durante 14 años, una de las enseñas más sobresalientes del deporte regional. Extremadura pierde con la desaparición del club de baloncesto. Pierde una institución deportiva, pero pierde también parte de un patrimonio social con el que se habían identificado centenares de aficionados.

El Cáceres muere por falta de apoyos, pero de todos, no sólo de las instituciones políticas, a las que con demasiada frecuencia se echa la culpa de que clubes deportivos abandonen y se disuelvan. Tal vez haya que preguntarse si la política de apoyos públicos es adecuada o no, a la vista de que el deporte de élite extremeño no avanza, pero ni es la hora de debatirlo ni ello exime de culpa a las aficiones, que tendrían que responsabilizarse en mucha más medida de lo que lo han hecho en este caso --basta ver que la agonía del Cáceres ha movido a manifestarse a sólo a unos pocos--, y sostener con su compromiso al club de sus colores.