TEtstá por hacer la crónica de los silencios del lehendakari López ante la imagen de servidumbre que proyecta el Gobierno en sus negociaciones con los dirigentes del PNV, grupo al que corteja para que apoye los Presupuestos del 2011. En política nada es solo lo que parece pero la apariencia de las cosas suele prefigurar su esencia. En este asunto, la apariencia es que Zapatero está dispuesto a pagar el peaje que le impongan. Algunos observadores señalan que el objetivo último de los nacionalistas es desestabilizar políticamente a Patxi López, quien, como se sabe, preside con éxito un gobierno autonómico merced a un pacto con el PP vasco. Un pacto que funciona merced a la buena química entre López y Basagoiti , pero que no resistiría un acuerdo por arriba entre Zapatero y Urkullu (presidente del PNV) para que en Euskadi gobierne siempre la lista más votada --que suele ser la del PNV-- o para que los nacionalistas conservaran el poder en aquellas diputaciones en las que un acuerdo entre PSE y PP podría desbancarlos.

Tengo para mí que la gran novedad política de los últimos años ha sido el acuerdo que ha permitido formar y consolidar en Ajuria Enea un gobierno autonómico constitucionalista. Un gobierno que en dos años ha conseguido bajar la hinchazón política que padecía el País Vasco por obra de la estrategia de la tensión cultivada por los nacionalistas. La normalización de la vida política vasca se aprecia a simple vista. El terrorismo ya no encabeza la lista de las preocupaciones que los ciudadanos confiesan en las encuestas. Ha disminuido la tensión en las calles de San Sebastián o Bilbao, menos algaradas, apenas kale borroka , manifestaciones contenidas... Hay un dato muy revelador: ha crecido el número de turistas. Euskadi está mejor; la vida política se ha normalizado. A los nacionalistas, esa normalidad , les resulta insoportable. Ojalá que el náufrago Zapatero no intervenga en demasía. Es fácil adivinar el calvario por el que está pasando Patxi López.