El pasado 13 de julio se dirigía Pedro Cañada, en las páginas de el Periódico Extremadura, a este servidor, avisándome de que mis sentimientos críticos se habían atascado en Los Santos Inocentes . Posiblemente, en la inocencia y buena fe de aquellos inocentes de los evangelios, que cual pardillos, creímos un día que Extremadura Unida era un partido progresista, extremeñista y de izquierdas.

Y en cuanto a los fotogramas de la película de Los Santos Inocentes , todavía quedan residuos de esos caciques, logreros y monolíticos terratenientes en Extremadura. Pero con una diferencia de matiz respecto a las apreciaciones del señor Pedro Cañada: secular e históricamente (y aún en la actualidad), ha sido la derecha la que ha copado los escalafones caciquiles; esa derecha con la que el señor Cañada se ha unido ahora, culminando una alianza que hace bueno aquel refrán de que los lobos de la misma camada no se dan de dentelladas .

Por cierto, señor Cañada, no sé qué pinta una ficha mía en los archivos de su partido, pues nunca tuve carnet de Extremadura Unida, aunque sí colaboré con tal formación cuando pensábamos que ésta tenía un marcado carácter progresista. Rompí mis lazos a raíz de la derechización de la misma, como así lo hice saber en diferentes medios de comunicación.

Cierto día, andando de cañas con Pedro Cañada, le insté a que me aclarase su obstinación personal e intentar superar la dicotomía izquierda-derecha. Y me respondió algo semejante a lo que expone en su carta del pasado 13 de julio: que las ideologías son, en muchos casos, una falsificación de la realidad. Pues de esto al pensamiento fascista, no hay ni el canto de un duro.

El señor Cañada está en su pleno derecho de unirse con quien le dé la gana, pero su variopintos pactos a lo largo de su trayectoria no indican otra cosa que su afán desmesurado por trepar a las torres del poder político. Y, a veces, señor Cañada es más honesto ser cabeza de ratón, que no cola de león.

Félix Barroso Gutiérrez **

Santibáñez el Bajo