TEtl miércoles, San Sebastián. Los acehucheños, de antiguo, tal vez volvamos a sentir una indefinible culebrilla de sentimiento recorriendo los intersticios del corazón, del pensamiento o de vaya usted a saber qué. Llegaba el del tamboril y la flauta a lomos de jumento, de una majada o de Torrejoncillo, y por el Gorrón Blanco, a dos tiros de piedra hacia levante, se empezaba a oír el son que nos erizaba el vello. Cuidadito con las formas. Un hombre cubierto de pieles no es motivo baladí. Un respeto al rito milenario que espantó, y no poco, a los hispano-romanos cristianizados que, desde Emerita Augusta, traían hacia el norte pagano la buena nueva del mensaje de Jesucristo.

Rito celta. Aparición de las componendas amatorias de reproducción de la vida silvestre. Rito pagano y no exclusivo de Lusitania. Para qué ahora numerar los ejemplos de costumbres milenarias en las que el hombre emula al animal salvaje. Menos mal que la Iglesia, ¿pero cuándo?, asimiló la pagana costumbre e hizo de esos hombre-fieras aquellas que soltaban en la arena del circo para escarnio y sacrificio de creyentes.

Romero, pólvora, ruido, fe, promesas, devoción. Don Publio Hurtado cita un castillo, ¿dónde? ¿tal vez en el abundantísimo topónimo de El Castillejo?. Roma estuvo en este otero que se cierne sobre el largo ribero norte del Tajo. Hay restos por doquier: monedas, tégulas, lavaderos, molinos-¿estaban ya las carantoñas en ese breve núcleo de casitas entre Santa María y la parroquia de San Juan Bautista? Calle Trujillo, Hospital, Cantarranas,- ¿y el huerto de los mártires? Ya carantoñas entonces, claro. Y mucho tiempo prohibidas, clandestinas, ocultas; pero aguantaron hasta que fueron motivo principalísimo de la fiesta del santo patrono.

Por poniente, Alcántara, el puente de la espada, la Via da Estela que entra en Portugal, Viseu, camino de Santiago. Por levante, la Dalmacia, que salía de Turmulus por Portezuelo hacia Coria. En medio Al zambugh, Azabug, Azauch, Açauch- del vocablo árabe-bereber que nombraba al olivo silvestre. Pero ¿cómo se llamaría antes de que lo nombrara el moro invasor que pobló luego esa muralla de Los Locillos?

Cada veinte de enero un recuerdo para nuestros antepasados, en estos tiempos atroces que denostan cualquier mirada hacia atrás con melancolía. Repetiremos el ritual de los que no están y tras la máscara y las pieles de la carantoña veremos a aquellos que durante siglos repitieron la tradición de sus ancestros. Puede acercarse a Acehúche el miércoles, por esa N-630 que, desde que rula la autovía, se ha vuelto camino sereno y apacible para disfrute del conductor. Observe el piélago de Alconétar, plétora de aguas; invoque el sueño de Marmionda en Portezuelo y reviva el pálpito de siglos al son de las carantoñas.