SIN CONVOCATORIA

Las oposiciones

José Manuel Pintado // Badajoz

Parece ser que ahora el Gobierno central sí permite la convocatoria de oposiciones en la enseñanza, pero la Junta afirma rotundamente que no da tiempo. Desconozco los tiempos y los plazos necesarios, pero por el bien de los estudiantes, de los profesores y por los opositores, se debería hacer un esfuerzo.

En mi opinión, la enseñanza es uno de los pilares de nuestra sociedad y, de un tiempo a esta parte, junto con la sanidad, siento que se utiliza como el pimpampum entre gobiernos de distinto color.

Por encima de ideologías ha de situarse el bienestar de la sociedad y esto debe ser lo importante para nuestros políticos, a los que hemos elegido para que nos gestionen con honradez a todos, aunque no se les haya votado.

ENTRE COLEGAS

Médicos ricos, abogados pobres

José Llano Díaz // Madrid

Como sociólogo, he investigado por qué hay tantos médicos ricos y tantos abogados pobres. Parece deberse, en buena parte, a que no pocos médicos procuran que se visite al mayor número posible de sus amigos, mientras que el abogado aconseja que no se consulte a ningún colega suyo.

También parece influir en ello lo que ya observaba el refrán: «El médico nos ve en toda nuestra debilidad y el abogado en toda nuestra maldad», aprovechándose el primero de la debilidad del paciente e imitando el otro la maldad de su cliente.

El refrán, por cierto, se refiere también al cura, pero sería toda una necedad comentarlo, aunque el cura ha perdido ya gran parte de su prestigio, que ha pasado --y por ello quizá sea yo aquí censurado-- a los médicos.

MACHISMO

Microacoso sexual

Eulalia Sospedra // Barcelona

Diariamente, muchas mujeres sufren microacosos. Sucede en calles y locales, sin distinción de hora ni lugar. Reflexiono y contrasto opiniones sobre la gravedad del asunto, pero no obtengo una respuesta que me convenza.

Quizá hemos acabado asumiendo que esto sucede y que ignorándolo es menos desagradable; que no es lo mejor que te puede pasar, pero tampoco lo peor. Por desgracia, veo que el microacoso se convierte en trivial, en un peso soportable que debemos asumir. Y no me convence. ¿No hay nada que hacer?