NUTRICIÓN

Cada persona merece su alimentación

Cristina Clavell // Estudiante

A los medios que dan bombo a todos los detractores de los alimentos con procedencia animal: ¿tienen previsto dar voz a las personas que están a favor? Porque en la alimentación, no se trata de estar a favor o en contra sino de conocer los alimentos, saber de dónde vienen, cómo han sido producidos y, sobre todo, si me gustan o no, o si son saludables o perjudiciales.

Partiendo de que vivimos en una de las zonas del mundo más concienciadas por la salud y seguridad alimentaria, es muy complicado encontrar alimentos perjudiciales. Las leyes y normativas que sigue toda la cadena alimentaria europea y de EEUU garantizan que los productos sean sanos y seguros. La seguridad cambia y puede disminuir si la procedencia de los alimentos es de terceros países menos concienciados.

Si cada persona es un mundo, los alimentos no son ni buenos ni malos para todos. Hay personas que tienen intolerancia al gluten, otros a la lactosa, otros son alérgicos al marisco... ¿Debemos hacer propaganda y demagogia en contra de todos los alimentos que a alguien le puede causar una reacción adversa? Y ahora toca hacer propaganda negativa de la leche. Todos los alimentos nos aportan beneficios y cuando tenemos que dejar de consumir alguno, por decisión propia o por prescripción médica, siempre se busca un alimento alternativo que nos aporte beneficios similares. ¿Es necesario este esfuerzo cuando no hay ningún problema alimentario? Las personas con intolerancias y alergias están hartas de tener que buscar alternativas. Si pudiéramos aprender a escuchar nuestro cuerpo, si hiciéramos un consumo responsable y equilibrado de los alimentos seguro que no deberíamos llegar a esta guerra absurda de los alimentos buenos y malos, porque todos son buenos, lo que cambia es la tolerancia de los aparatos digestivos y sistemas inmunitarios de las personas.

PADRES

Dar sin esperar nada

Julián Fernández // Madrid

Me imagino que la mayoría de los padres no apreciamos el crecimiento de nuestros hijos; el físico es obvio, pero ¿qué ocurre con el sentimental? Las palabras que más duelen son los reproches de padres a hijos y viceversa. Estos pueden herir los sentimientos de ambos en lo más profundo y provocar lágrimas negras.

La falta de sensibilidad por parte de los padres puede ser muy dolorosa para los hijos; ellos siempre esperan de nosotros comprensión y sobre todo cariño. Si no sabemos dárselo, bien sea por una egoísta falta de sensibilidad o cariño, no tenemos perdón alguno. Nuestros hijos son nuestra felicidad; su salud y su bienestar es el mejor don que podemos recibir; son dar sin esperar recibir nada a cambio. El rencor no tiene cabida, su sufrimiento es nuestra amargura y, aunque estén ausentes, siempre están presentes en nuestros corazones.