ELECCIÓN DE COLEGIO

Lo injusto de la educación pública

M. G. G. // Mérida

Tengo un hijo del año 2014, año de un boom en natalidad, mi marido es maestro de Educación Infantil funcionario público y en nuestra familia hemos defendido contra viendo y marea la importancia de la educación pública. Ante amigos y familiares cuando nos preguntaban a qué colegio llevaríamos a nuestro hijo, siempre afirmabamos los dos: «Por supuesto a un colegio público, sería incoherente no hacer eso cuando nuestro ingreso familiar procede de ello», pues nada, toca echar papeles y elegir colegio, nuestra primera y única opción viable para nosotros el colegio que está a menos de 50 metros de nuestra casa, vamos justo enfrente.

Pero cuál es nuestra sorpresa cuando nada, nuestro hijo se queda fuera porque claro sólo cuenta con 8 puntos (de proximidad a domicilio). Hombre claro, hay niños con más puntos, niños cuyos padres son autónomos y hacen las declaraciones de la renta que les da la gana, niños cuyos padres están en libertad de haber formalizado o no su pareja y si no lo han hecho pues más puntos para ellos... Entonces me pregunto: ¿qué pasa que por ser legal, por hacer tus declaraciones honestamente, por casarte con tu pareja, por ser funcionario público? Mi hijo se tiene que quedar sin colegio público. ¿En qué país estamos? Aún no se ni a qué colegio irá mi hijo. El día 22 habrá un sorteo para las 8 plazas que quedan libres para los 23 niños que hay con 8 puntos, aún no sé si al final tendrá que ir a algún público que me obligue a coger coche y hacer un buen recorrido a diario, si a un concertado religioso cuyas creencias no entran en nuestro ejemplo de educación, a un privado elitista que para nada cumple con nuestras expectativas de personal cualificado que han pasado por una oposición y han demostrado su valía y no han entrado a trabajar a dedo... Así es como estamos y yo me siento impotente, engañada y terriblemente disgustada.

No se si alguien más estará en esta situación, pero quería hacer llegar a la Junta de Extremadura mi más sincero descontento con su trabajo y la asignación de puntos para entrar en los colegios de nuestros hijos.

‘GENOCIDIO CULTURAL’

Un papa enfadado

María Faes Risco // Madrid

Era lógica la foto del papa con cara de pocos amigos con un Trump sonriente,. Pero, ¿por qué se repite ese gesto ante un Trudeau sonriente? Porque le pidió que intentara reparar algo el enorme daño causado pidiendo perdón por el «genocidio cultural». En efecto, desde 1880 hasta 1996 se separó a unos 150.000 niños aborígenes de sus familias, desraizándoles de su cultura y familia, con abusos de todo tipo, y en todo ello intervino sobre todo la Iglesia católica.