¿QUÉ PASA EN CÁCERES?

‘Catovismo’ castrador

Manuel Gómez Sánchez // Cáceres

He leído el artículo de Juan Jose Ventura en el Periódico Extremadura que refleja, en pocas palabras, una realidad constatada, que sabemos muchos tanto aquí en Caceres, como en nuestra vecina Badajoz.

Con el tiempo ya pasado y tras casi 15 años aquí, he visto y he sentido en mi persona el efecto del catovismo, del amurullamiento cerebral de los que aquí viven y te lo hacen pasar mal, tras volver a tu tierra, trayendo lo que has aprendido fuera de ella y queriéndolo poner en práctica. Bien cierto que tiene sus motivos antropológicos: la cultura, la historia, la selección darwiniana de una ciudad medieval despoblada de lo que antaño fue hace muchos años ciudad que supo buscar a través de sus más ilustres habitantes oportunidades y repoblada con personas de un particular “perfil”.

De eso hace ya siglos y, ahora, el sentido común no ha impregnado a la sociedad cacereña, que sigue mirándose su ombligo de ciudad patrimonio, de antiguas glorias fosilizadas en la memoria colectiva. Es un bonito título, pero eso no aporta producto interior bruto a la ciudad suficiente, sino más bien ha sido un título nobiliario, que no se ha sabido aprovechar, con el prisma de la humildad y motivación necesario.

Vemos como cierran negocios, como se van los inversores, como no se cumplen las palabras sobre proyectos beneficiosos. Ustedes solo tienen que ir a su hemeroteca y verlo. Además como nos hemos perdido respecto a Badajoz en temas tan fundamentales, como la asistencia sanitaria, que requeriría un análisis y soluciones, transportes, universidad. El activismo, que debería haber abanderado nuestra ciudad, se convierte en catovismo, a todos los niveles de la sociedad cacereña ha hecho mucho daño, en algún momento se tomó a broma y algunos siguen bromeándolo. Pero los mismos catovis puedan o no puedan ya se han dado cuenta que sus hijos se deben marchar a otras universidades, una sociedad que se despuebla de lo más granado de su juventud, a la que ha llevado a los mejores institutos, a la escuela de idiomas, al conservatorio, y que cuando los chicos podrían aportar, se marchan, no sabiendo si volverán, yo personalmente creo que no muchos de ellos.

Tenemos un problema muy serio, los funcionarios ni los jubilados van a solucionar el proyecto de futuro de Cáceres.

La sociedad cacereña tiene lo que se ha buscado, embobada de cantos de sirena, sin darse cuenta que mientras que ellos andaban, mirando sus piedras y bonitas fachadas medievales, se inundaban en un cateto, trasnochado y endogámico cotivismo, que se ha ido rellenando de más de lo mismo, pues: o aceptas el catovismo o estas fuera cuando llegas a esta ciudad.

Sin duda, sus cimientos efectivamente están comenzando a resentirse seriamente con una más que irreversible pérdida de oportunidades, que va a llevar a Cáceres a posicionarse incluso por detrás no solo a gran distancia de Badajoz, si no en no más de 10 años, de Plasencia y su área de influencia, una vez llegue el AVE, que como todos ustedes sabrán funciona en dos sentidos, trae y saca personas, ya veremos, si alguno vez despertaremos.

Yo me siento cacereño, mis hijos nacieron aquí, al final no podemos echarle la culpa al alcalde o al presidente de la Junta, somos nosotros los que los votamos y nosotros los que con nuestra actitud y aptitud tenemos lo que nos merecemos.