TLta reunión que este sábado se desarrollaba en Valladolid fue excelente oportunidad para Rajoy para comprobar que las críticas y disensiones producidas en las últimas semanas no dejan de ser menores, y hasta posiblemente nada significativas. Las ausencias, también estaban ya cantadas: Esperanza Aguirre y María San Gil han sido las bajas anunciadas. La primera alegó compromisos familiares, la segunda ha decidido alejarse del partido y de Rajoy siquiera hasta la celebración del congreso del PP vasco, aunque sí estuvieron relevantes representantes de ese PP vasco.

De manera que Rajoy se sintió arropado abundantemente, y a la espera de ver qué pudiera suceder en la Ejecutiva de este lunes, cuando es posible que Aguirre sí exprese sus discrepancias y disparidades con la actuación y el programa de su líder. Como ha señalado Gallardón, "los descontentos en el PP se saben en minoría". El más entusiasta de los reunidos en Valladolid posiblemente fue Javier Arenas, líder del PP andaluz, sobre quien habían circulado especulaciones posiblemente interesadas sobre su eventual desmarque de la candidatura, de momento única, que encabeza Rajoy. Arenas también quiso arropar a Rajoy, sin ninguna clase de margen para la discrepancia. Y explicó que, en todo caso, los "peperos" están de acuerdo con el programa y actuación del partido y de su líder posiblemente en un 90 por 100. Y en cuanto al resto a ese diez por ciento de desavenencias internas, más valdría resolverlas "en casa", en el Congreso, y no airearlas a diario en los medios informativos. Posiblemente por ahí vaya, en adelante, la estrategia del PP, que ya ha dado suficientes ocasiones para el escándalo, y que ya viene pagando en las encuestas tales rupturas internas. Si algo no perdona el elector, votante o militante es, precisamente, que el partido no aparezca firmemente unido y sólido. De manera que Valladolid, en muy buena medida, pretendía precisamente eso: dar la imagen de unidad en torno a Rajoy, y pese a quien pese.

Por lo demás, la ausencia de Esperanza Aguirre se ha producido al día siguiente de que Rajoy le hiciera la oferta de integrarse en su equipo, "si ella quiere", probablemente como una de sus dos o tres vicesecretarias, y acaso con igual rango que Gallardón. Todo sea por la unidad del partido... Esperanza, sin embargo, es improbable que acepte la propuesta. De ser así, quedarían descalificadas sus desavenencias y se alinearía en todo con Rajoy. Es probable que prefiera mantenerse al margen y a la espera. Sus apoyos mediáticos tampoco están dando pistas sobre lo que pretende la presidenta madrileña, que en todo caso, sabe que, en estas fechas cruciales para el partido, ha levantado su propia bandera y que se juega el ser o no ser...