Hay palestinos inocentes que están siendo tratados como animales, bajo la presunción de ser culpables de algún delito por el hecho de haber votado a unos candidatos miembros de Hamás. El Gobierno de EEUU se ha convertido en la fuerza que está movilizando un plan de aparente efectividad para privar al pueblo palestino en general de sus ingresos, de su acceso al mundo exterior y de las necesidades de la vida. Estamos hablando fundamentalmente de maestros de escuela, enfermeros, trabajadores sociales, policías, familias que viven de la agricultura, propietarios de tiendas, junto con sus empleados y familias, quienes a lo único que aspiran es a una vida mejor. Las encuestas que se realizaron tras las elecciones parlamentarias del pasado enero demuestran que un 80% de palestinos siguen siendo favorables a alcanzar un acuerdo de paz con Israel fundado en las líneas maestras de la hoja de ruta internacional. Aunque los miembros de Al Fatá no quisieron formar un Gobierno de coalición con Hamás, casi el 70% de palestinos mantiene el apoyo a su líder, Mahmud Abás , como su presidente. Es casi un milagro que los palestinos hayan sido capaces de sacar adelante tres elecciones en los últimos 10 años, comicios que han sido todos limpios, justos, muy disputados, sin violencia y con aceptación de resultados tanto por parte de los vencedores como de los perdedores. De las 62 elecciones en las que el Carter Center ha intervenido en calidad de observador, estas podríamos considerarlas entre las que mejor han retratado la voluntad de un pueblo.

XEXISTE UNAx explicación clara de la sorprendente victoria de Hamás en las elecciones legislativas, y esa es que los votantes estaban desesperados por las posibilidades de paz. Siempre contando con el visto bueno norteamericano, los israelís llevan más de cinco años evitando cualquier tipo de conversación de paz de alguna entidad, independientemente de quién haya sido elegido para representar al bando palestino en calidad de interlocutor.

El día después de que su partido perdiera las elecciones, Abás me comentó que su Gobierno, luchando entonces por sobrevivir, era incapaz de salir adelante económicamente en el día a día con las finanzas tan severamente dañadas, y con el acceso desde Palestina a Israel y al mundo exterior casi totalmente restringido. Entonces tenían una deuda acumulada de 900 millones de dólares y no podía hacer frente a las nóminas del mes siguiente. Las restricciones adicionales impuestas al nuevo Gobierno constituyen una catástrofe planificada y deliberada para los ciudadanos de los territorios ocupados, con la esperanza de que Hamás ceda ante la presión económica. Con todos sus defectos, los líderes de Hamás han seguido respetando el alto el fuego temporal o hudna en los últimos 18 meses, y su portavoz me explicó que esto "podría durar 2, 10 o incluso 50 años si los israelís actúan a la recíproca". Aunque los dirigentes de Hamás se hayan negado a reconocer al Estado de Israel mientras su territorio esté siendo ocupado, el primer ministro Ismail Haniya ha expresado su aprobación a unas conversaciones de paz entre Abás y el primer ministro de Israel, Ehud Olmert . Añadió que si dichas negociaciones concluyen en un acuerdo aceptable para los palestinos, entonces la posición de Hamás con respecto a Israel cambiaría. Al margen de todas estas interrelaciones políticas complejas y de largo plazo, es inadmisible que Israel, EEUU y otros países bajo su influencia sigan castigando al inocente y ya muy perseguido pueblo de Palestina. Los israelís retienen unos 55 millones de dólares cada mes en impuestos y derechos de aduana que, sin duda alguna, pertenecen a los palestinos. Aunque algunas naciones árabes han asignado fondos para aligerar el sufrimiento, el Gobierno de EEUU amenaza con arruinar a cualquier banco jordano o de otro país que se atreva a trasladar esta ayuda a Palestina.

No hay forma de predecir lo que ocurrirá en Palestina, pero constituiría una tragedia para la comunidad internacional abandonar la esperanza de que una coexistencia pacífica de ambos estados en Tierra Santa es posible. Al igual que pasó con Egipto y con otras naciones árabes antes de los acuerdos de Camp David de 1978, y con la Organización para la Liberación de Palestina antes del acuerdo de paz de Oslo de 1993, Hamás se ha negado hasta la fecha a reconocer al Estado soberano de Israel como legítimo, con derecho a vivir en paz. Este es un tema de gran preocupación, y la comunidad internacional debería encontrarle una salida aceptable. No hay ninguna duda de que israelís y palestinos buscan una solución duradera que incorpore a dos estados, pero escatimar al pueblo palestino sus derechos humanos básicos simplemente para castigar a sus líderes democráticamente elegidos no es el buen camino hacia la paz.

*Expresidente de EEUU

Traducción de Toni Tobella