Hija de un comandante británico, Charlotte Rampling (Gran Bretaña, 5-2-1946) fue educada dentro de todos los convencionalismos sociales. Sin embargo, su fama como actriz nace de la interpretación de inquietantes papeles en los que se presentan las reacciones más ocultas. Así ocurrió con Portero de noche, de Liliana Cavani (1973), e igual sucede con Besen a quien quieran, de Michel Blanc, que acaba de estrenarse y en la que comparte los papeles con el director-actor, Carole Bouquet, Jaques Dutronc, Karin Viard y otros actores.

De las relaciones amorosas con un sádico exoficial nazi que la había torturado 15 años antes en un campo de concentración (Portero de noche ) al papel de una mujer que se relaciona con un simio (Max, mon amour ), Charlotte Rampling se ha atrevido con todo lo que le han propuesto en cuanto a papeles de complicada psicología. Así ocurre de nuevo con el que le corresponde en Besen a quien quieran, comedia negra que pone de relieve algunos de los vicios de la burguesía francesa y, por extensión, de todas las clases conservadoras de Europa.

Charlotte Rampling, traumatizada por las muertes de su madre y de su hermana, viajó por Oriente y vivió un tiempo en un monasterio de lamas en Escocia. Casada y divorciada en dos ocasiones, tiene tres hijos y aspira a la estabilidad emocional. Sus películas, claro, no la ayudan.