Profesor

El próximo 4 de febrero, un grupo de 28 estudiantes de bachillerato de Cáceres va a participar en una sesión de Euroscola en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo. A lo largo de una exhaustiva jornada, ocuparán los escaños de los eurodiputados tanto en el hemiciclo central como en las salas de comisiones, junto con chavales de los demás países de la Unión Europea, exponiendo sus problemas, haciendo propuestas, exigiendo soluciones y, en definitiva, sintiéndose protagonistas de Europa.

Se lo ganaron 11 de ellos el año pasado por estas fechas, encerrados ante los ordenadores casi prehistóricos del aula de Informática del IES Norba Caesarina durante todas las tardes de 40 días, compitiendo con 1.151 equipos de toda la Unión. Once trabajaron, diecisiete más van invitados por ellos. ¿Juventud? Claro: generosidad.

Ahora todos llevan sus mensajes, sus opiniones, sus inquietudes sobre la democracia, el medio ambiente, la política de juventud, la moneda única, la globalización, el futuro de la UE...

Maravilloso trabajo para la construcción de Europa, si no fuera porque Europa sigue sin existir más que en el mercado.

Dudo mucho que el día 4 se oiga en el hemiciclo del edificio Louise Weiss algo más que la palabra paz . Si acaso, dos más: Voz única . Porque eso es lo que se está pidiendo a la vieja Europa, ahora que todo es euro: que se le añada, de una vez por todas, la última sílaba. Que piense de mil formas, pero sepa aglutinarlas en un solo aliento. Que frente al coloso americano que, como algunos cabos en la antigua mili, en cuanto tienen galones pisotean a cualquiera que respire bajo su mando (conozco a varios en la vida civil), surja de una vez la colosal Europa del pensamiento y de la cultura, de la alegría de vivir, de la solidaridad y de la paz.

Seiscientos treinta y seis chavales de 15 países de la UE van a sentarse en el Parlamento Europeo. Por lo que sé de mis colegas responsables, todos llevan la misma petición: que la UE se oponga a la guerra de Bush.

Si por una vez, la voz única del mercado único, de la moneda única, se une para algo tan hermoso, habríamos conseguido añadir la última sílaba a un sueño: Europaz.

Amén, chavales.