Estás en tu ciudad, estás contento, estás bien, te sientes orgulloso de ella. Miras a tu alrededor y ves mucha gente. Varias señoras pasean sus recién nacidos mientras, otros, corretean ante la mirada descuidada de sus padres, tranquilos de coches ruidosos y humos. La paz sólo se interrumpe por los chillidos de los niños al intentar espantar las palomas de la plaza Mayor.

Ancianos fumando en corro unos cigarrillos que han comprado a Francis, en el estanco de Paco. Juanjo, el de la farmacia, con Barry, contando no sé que fantasmada. Javier, el limpia, se acerca a Nico, a darle lustre a sus zapatos. Comentan las escasas medallas obtenidas por los competidores españoles en las olimpiadas de Atenas. Abro los ojos y sonrío, no es un sueño, es real.

A todos nos gusta llegar a casa con nuestros coches, no podemos hacerlo. Ni tan siquiera acercarte a recoger a la abuela para montarla en el coche. Ni el fontanero aproximarse al portal para descargar un calentador, ni esperar en doble fila para sacar las bolsas de la compra... Pese a esto, y algunas cosas más, decidimos este lugar para trabajar y descansar.

Estoy seguro que seremos la envidia, algún día, de todos. Estamos de acuerdo, y no es una utopía, otras ciudades lo han logrado con pasos pequeños pero firmes.

Los fines de semana podrían probarse los cortes de tráfico, pero antes necesitamos: rehabilitar integralmente el casco antiguo, sentar unas bases para la protección e integración de la ciudad y su entorno o el mantenimiento de las actividades modernizando el tejido empresarial con incidencia en las pequeñas y medianas empresas de la ciudad.

Pero además es precisa la rehabilitación de edificios históricos para actividades, implantación de universidades en el casco histórico, renovación de infraestructuras y redes de servicio, protección de las huertas y espacios naturales, dotando de espacios verdes. Se hace necesaria la mejora del transporte público, el tratamiento discreto y ecológico de residuos y basuras y, especialmente, necesitamos aparcamientos.

No pretendemos hacer esto en ocho días. Creo en la peatonalización pero no en el corte al tráfico por imposición. Muchas familias cacereñas, y la mía la primera, aleccionados por mi padre, Edmundo, amante de Cáceres, hemos elegido esta zona para el trabajo y descanso. Algún día, donde estés, verás esa ciudad por la que tú siempre luchaste, deseaste y amaste. Estaremos más orgullosos de ser cacereños como lo estamos de ti.

*Vicepresidente de la Asociación de Empresarios Pintores-Monumental de Cáceres