Gusta volver a comenzar. Es un ejercicio sano para el alma. Poner los contadores a cero y pensar que nos queda toda la vida por delante para dar rienda suelta a este 2018 que acaba de nacer.

Con el espíritu positivo que debe marcar nuestros pasos cuando lo cotidiano regresa, permítanme que hoy haga una lista de buenos deseos en el año que comienza. Se me ocurre primero recordar a quienes perdieron algún ser querido en el 2017, para que la pena y la nostalgia no les pueda. Y me acuerdo en especial de la familia de Diana Quer y de aquellos que no saben dónde están como la extremeña Manuela Chavero. Ojalá este año nos traiga noticias que no nos hielen el alma. Buenas noticias por fin sobre su paradero.

Si usted me lee desde el hospital, confíe en los profesionales de la sanidad, que trabajan duro para que se ponga bien. Que los políticos no olviden nunca que toda inversión en este campo como en el de la educación es una apuesta segura de éxito para todos.

No dejen que los parados lo sean aún más. La sociedad tiene instrumentos para poder crear empleo y autoempleo, futuro en definitiva para quienes creen que ya no lo hay en sus carreras profesionales. Hay que aprender del tópico de la botella medio llena y medio vacía, de todo lo que hemos hecho y de lo que resta por hacer. Quizá suene a mensaje navideño, pero sería buena idea afrontar con optimismo y esperanza la cuesta que empezamos a subir, porque requerirá de todos el esfuerzo y las ganas por vivir. Piensen que los humanos somos siempre imperfectos. Necesitamos retos para crecer y este 2018 que acaba de arrancar merece que lo miremos de frente y vayamos a por él. Yo me apunto. Para volver a brindar por la vida.