Sin lugar a dudas, la democracia representativa en que vivimos es el mejor sistema político posible, que no significa que sea perfecto y como todo grupo humano, por su pluralidad, por su dinamismo, por sus continuos cambios, debe ser permanentemente adaptado para corregir los desajustes y errores que se van produciendo.

A nadie sorprende el debate sobre los "pactos postelectorales", la "elección de alcaldes directa", "utilizar una segunda vuelta", "uso de listas abiertas", etc., etc.,. Todo ello reflejo de una democracia viva que persigue la continua mejora y perfección.

Exponer como hace el editorial de el Periódico de 17 de julio que una reforma en dicha línea acabaría en un bipartidismo que favorecería al PP, es como afirmar que los pactos constituyen la dictadura de las minorías y que este sistema acabaría en el pensamiento único por impotencia y alejamiento de demócratas e izquierdistas.

Nos gustaría exponer el caso de Alcántara como una muestra más de que se deben, ya, realizar ajustes, en el sistema electoral, pues de lo contrario estamos permitiendo que el conocimiento y mal uso de la administración democrática sirva precisamente para encorsetarla y fomentar los valores contrarios a los que persigue. Es descorazonador oír a cientos de ciudadanos: "pues yo no vuelvo a votar".

La legalidad de ciertas acciones democráticas (como los pactos), no pueden ir nunca en contra del espíritu de la democracia y de las leyes que las sustentan. Si esto ocurre, sólo estamos legitimando conductas y comportamientos antidemocráticos que generan crispación ciudadana y destruyen la armonía y convivencia social.

En Alcántara, un determinado partido político lleva tres procesos electorales ganando con mayoría simple. La unión del resto de partidos ha permitido ser alcaldes de Alcántara a los concejales con menos votos de la democracia. Denegando dicho cargo a los concejales más votados y con mayor respaldo popular. Si tras tres procesos electorales la voz del pueblo no coincide con la voz de sus representantes, es evidente que algo no funciona en este sistema democrático y que debe ser ajustado.

No podemos potenciar que un pueblo no vaya a votar porque su acción democrática y soberana no sirva para nada. Somos una democracia joven, poco participativa, muy representativa, favorezcamos que nuestros concejales, realmente nos representen.

Es hora de dar "una segunda vuelta", de instaurar otras acciones legales que fomenten la representatividad y eliminen las prácticas caciquiles y mafiosas.

Raquel Cruz Bernáldez y 15 más**