TLta semana pasada los socialistas de toda España culminaron un proceso enormemente interesante de contraste de opiniones, ideas, propuestas y personas, que dio como resultado una espectacular movilización de la militancia. Ese fue el primer éxito. La participación había sido una incógnita para corroborar la credibilidad de los aspirantes. En ese sentido todos estamos muy satisfechos.

En segundo lugar era lógico que existieran (y existan) diferencias. A mí no me gusta un partido monolítico. Una muestra de que estamos vivos es precisamente la tensión que surge del enriquecimiento de la diversidad. Ahora el reto está en la mágica palabra "consenso" sustituida la noche del domingo por gritos de "unidad, unidad".

Ya se han vislumbrado en la mayoría de las agrupaciones los intentos de integración. Las federaciones provinciales están también en ello de cara a los congresos provinciales extraordinarios que se están celebrando; sin embargo, quizás el referente ejemplarizante se dé en esta ocasión de "arriba a abajo". Es decir si es cierto que se produce un equipo compacto en el que todos nos podamos ver identificados a nivel federal, posiblemente se haga un buen servicio a las cuitas que se pasan en el resto de territorios que quedarían, por extensión, injustificadas.

XOTROx elemento, no menos importante, es la llamada al talento. Hemos de ser capaces de obviar la exigencia de formar parte de las ejecutivas apelando a cuestiones como la procedencia territorial de los apoyos a los candidatos ganadores, a la empatía de los grupos que se forman en torno a ellos, a los "nuestros" frente al conjunto... En definitiva, se debe situar en cada sitio al que mejor sepa abordar la tarea que se le encomiende. Queremos gente que se les reconozca por su trabajo, que causen admiración por sus iniciativas, que atraigan a la ciudadanía por la profundidad de sus planteamientos y su forma de ser, estar y hacer.

Finalmente y no menos importante, hemos de volver a intentar recuperar el sentido inicial que ha marcado la trayectoria del PSOE a lo largo de su centenaria historia: hemos sido un partido de masas. Es imprescindible recuperar la afiliación y, por lo tanto, incrementar la militancia. Pero no una militancia de cuotas. Aunque parezca contradictorio no soy partidario de aumentar el músculo del partido a base de incorporar a compañeras y compañeros que se limitan a abonar una cantidad semestral, pero que no se les ve ni en las asambleas, ni en los actos, ni en la calle...

Para eso preferiría que se decantaran únicamente por votarnos en cada convocatoria electoral, pero prefiero contar con una base de personas comprometidas, en la medida de sus posibilidades, utilizando todas las herramientas que nos permite el siglo XXI y que hace que muchas veces no tengamos que reducirlo todo a reuniones interminables. Oigamos a la ciudadanía. Nos están marcando el camino.