Es inaudito que un grupo minoritario aproveche su posición laboral y su trabajo específico para manipular como marionetas a cientos de miles de ciudadanos que, arbitrariamente, han visto truncados sus derechos. Lo más grave de la situación lo constituye el hecho de que los controladores ni siquiera hayan mostrado un asomo de responsabilidad por el daño causado, no solo a los viajeros, sino por las pérdidas millonarias que han ocasionado al sector turístico. Además, han actuado con cobardía, justificándose detrás de una baja por enfermedad, dudosamente auténtica. Deberían entender que no ocupan ningún lugar privilegiado, ni tienen derecho a provocar este caos. Es legítimo defender una posición y reivindicarla, pero no a costa de víctimas inocentes.

A los controladores no se les puede tratar con parámetros sindicales, dado que no han sido capaces de reconocer la huelga encubierta. Cualquier otro trabajador que incurriera en actitudes similares se enfrentaría a las consecuencias del abandono de su puesto de trabajo. Los controladores sí que padecen una enfermedad , contagiosa en su grupo: la desfachatez. Lo que tampoco es coherente es la respuesta de determinados partidos políticos, que intentan aprovechar la situación para ganar votos. Si el PP estuviera en el poder, ¿habría actuado de otra forma? Yo creo que no solo habría militarizado a los controladores, sino que habría ido más lejos y empezaría a promulgar decretazos.

Con esos controladores hay que aplicar todas las medidas que conduzcan a la defensa de los afectados y todas las medidas que devuelvan la normalidad a unos ciudadanos que, impotentes, han tenido que asumir pérdidas personales y económicas por culpa de unos desaprensivos.

L. González **

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