El viernes se acumularon las noticias. Dos de ellas pertenecen a la crónica social, de lo empingorotado a lo folclórico. La tercera, también mediática, menos espectacular pero más significativa para el futuro que tendremos, se sitúa en lo que hoy por hoy constituye la nueva tribuna política, que no es, amable lector, el parlamento sino la televisión.

Se enterraba la duquesa de Alba y hay razones suficientes para recordarla con respeto. No porque fuera la persona con más títulos nobiliarios del mundo. Sí por el cariño con el que habla Sevilla entera de ella. Y también porque, sin ser la más guapa, ni aparentemente la más lista, ni la de mayor facilidad de palabra, sí se construyó a sí misma como mujer rompedora capaz de ponerse al mundo por montera, respetar a todos y, pese a rozar en ocasiones lo inapropiado, enfrentarse con personalidad a la convencionalidad y vivir como le diera la gana.

Ese mismo día, tal vez para protegerse del acoso mediático, más ocupado en las exequias de la grande de España que en el último capítulo del casposo culebrón, escogió Isabel Pantoja para ingresar en prisión. Y una, sin querer juzgar a la Justicia, se pregunta por qué ha elegido precisamente la dama de la balanza a la otrora viuda de España para dar ejemplo. Dicen que se burló del pueblo de Málaga y que no ha mostrado arrepentimiento. Parece correcto que si pecó, pague. Lo que se me escapa es qué motivos jurídicos existen que exijan su sacrificio, cuando muchos --la mayoría-- en sus mismas circunstancias, eluden la cárcel.

En cuanto a la telepolítica, merece destacarse la negativa de Pablo Iglesias a someterse al interrogatorio en Telecinco que arrostrara la semana pasada, si no con fortuna al menos con valor, Monago . El flamante líder de Podemos proponía pregunta única a través de plasma. ¿Les suena? ¿No le mola, de pronto, que le pregunten por Errejón? ¿O no brilló con esplendor suficiente ante Ana Pastor ? Estimo noticiable que el que se pirraba por aparecer en todas las cadenas, ponga ahora condiciones. Saque el perspicaz lector sus conclusiones.